_
_
_
_

La URSS amenaza ya los JJ OO OO de Los Angeles

Ha pasado sólo un año desde el boicoteo a los últimos Juegos Olímpicos de Moscú y la amenaza cierta sobre los próximos de Los Angeles-84 se concreta día a día. La gira actual de los Springboks surafricanos de rugby por Nueva Zelanda seguirá causando la indignación de Africa, pues el Gobierno de nuestros antípodas ha decidido mantenerla, pese a los violentos incidentes registrados ya. Pero se trata únicamente de la espoleta de una bomba que puede estallar si tampoco se suspende su visita de septiembre a Estados Unidos. La URSS ha señalado ya que se trataría de «una flagrante violación de una de las cláusulas fundamentales de la Carta Olímpica y de una acción irresponsable por parte de un país que debe recibir los Juegos Olímpicos».

La URSS prometió el año pasado al presidente del Comité Olímpico Internacional tras su nombramiento en Moscú (ya hecho el grave daño a los Juegos por el boicoteo que encabezó Estados Unidos) que no tomaría represalias cara a los de Los Angeles de 1984. Sin embargo, los vaivenes políticos pueden hacer cambiar cualquier promesa, aunque fuese hecha al ex embajador español en la capital soviética, donde mantuvo y dejó excelentes relaciones. Apenas han pasado doce meses desde entonces y no sólo la URSS ha criticado ya duramente la excesiva comercialización de los próximos Juegos, sino que las secuelas de la actual gira del equipo nacional de rugby de Africa del Sur pueden ser el primer aviso serio de un nuevo ataque al olimpismo. En efecto, los Springboks, que causan ya incidentes muy graves en Nueva Zelanda, tienen intención de continuar sus partidos en Estados Unidos.El 13 del presente mes de julio,el Departamento de Estado norteamericano confirmó que había acordado conceder los visados a la expedición de los Springboks, compuesta por treinta miembros, entre jugadores y directivos, y así lo notificó a la Embajada en Pretoria. «Se trata de una visita privada», indicó M. Alan Rombera, portavoz adjunto del Departamento. «Todos los miembros del equipo son aficionados y tanto las federaciones de rugby surafricana como norteamericana son organismos deportivos privados y legales. El Gobierno de Estados Unidos evita que la política se inmiscuya en el deporte, pero el hecho de conceder los visados no deberá, en ningún caso, ser interpretado como un apoyo o una desaprobación de la política surafricana».

Política contradictoria

Esta postura del Gabinete Reagan contrasta de forma clara y, a primera vista, con la tomada anteriormente por Carter y, en cualquier caso, se encuentra en franca oposición con la resolución de las Naciones Unidas sobre el tema, que en su 321 Asamblea General, de diciembre de 1977, prohibió el cese de contactos deportivos con cualquier país que practique el apartheid. Precisamente, el relativo caso que se hace a este tipo de resoluciones; la ambigua relación política- deporte -por el momento la primera sólo influye cuando interesa a los Gobiernos- y, en el caso especial del rugby, su situación al margen del olimpismo o de la Asociación de Federaciones Internacionales (AGFIS) es lo que agrava cualquier problema sobre el apartheid surafricano. Samaranch, preocupado nuevamente -Montreal-76 fue más que un aviso-, ha vuelto a declarar en Bucarest que ni el COI ni los comités nacionales pueden hacer nada. «De todas formas», dijo, «estamos en contacto con el Comité Olímpico de Estados Unidos para que intente anular los tres partidos».

La visita norteamericana de los Springboks, en efecto, sería aún mucho más grave que la actual por Nueva Zelanda. No en vano la protesta soviética, a través de su diario Sovietsky Sport, ha ido más allá que a unirse a la condena hecha por los países africanos en la última reunión de la OUA en Nairobi. Estos boicotearán, casi con toda seguridad, los próximos Juegos de la Commonwealth de 1982, previstos en Brisbane (Australia), pese a que este país no dejó siquiera hacer escala ahora a los Springboks, así como la reunión de ministros de Finanzas de este mismo año en Auckland.

Aunque a tres años todavía de Los Angeles, el problema podría quedar en el olvido -con la reconciliación, además, producida ya tras Moscú-, la espada de damocles del rugby y el apartheid no cesa de pender sobre la cabeza del olimpismo. Los comités olímpicos africanos, como desea Samaranch, aún no parecen con fuerza para imponer la política -nunca mejor dicho- deportiva que aún ahora plantea en el continente negro el Consejo Superior de Deportes de Africa (CSSA), claramente dependiente de la OUA. De ahí que las posturas drásticas pueden volver a producirse. Las listas negras de deportistas vetados en los países del Tercer Mundo por sus relaciones con Suráfrica son un dato más de la presión africana, que en un momento especialmente graves más o menos oportuno -como la invasión soviética de Afganistán, previa a Moscú- podría suponer, cara a Los Angeles, el apoyo soviético y de los países socialistas. Pese a sus firmes declaraciones de que «no es su costumbre boicotear», el futuro olímpico podría llegar a la crisis total.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_