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Reportaje:Grecia, ante unas elecciones decisivas / y 2

El temor a un golpe de Estado, un factor electoral de peso

"El peligro para la democracia en Grecia no viene ahora del Ejército griego, sino del Ejército turco", asegura Michel Cutuzis, uno de los altos responsables de relaciones exteriores del Movimiento Socialista Panhelénico (PASOK). Para Cutuzis no existe por parte de las Fuerzas Armadas griegas una voluntad clara de cortar el camino de los socialistas hacia el poder.El mayor riesgo para el régimen democrático radica, según él, en la "amenaza turca", en el hipotético desencadenamiento de algún tipo de hostilidades por parte del país vecino, que daría pretexto para crear una especie de Gobierno de salvación nacional, que antepusiera las necesidades defensivas a los progresos en materias sociales y de libertades públicas.

Desde su creación, en 1914, el PASOK, muy implantado en los medios intelectuales y, en menor medida, en áreas rurales, ha levantado la bandera del nacionalismo griego. La actitud dura frente a Turquía en los contenciosos del mar Egeo y de Chipre; el rechazo a la presencia de Grecia en la OTAN y a la existencia de bases militares norteamericanas en suelo griego, e incluso la oposición al ingreso del país en el Mercado Común, son posturas que han valido importantes apoyos al partido de Papandreu y que no difieren demasiado de las mantenidas por algunos jóvenes oficiales del Ejército.

Los 160 años de azarosa historia de la Grecia independiente están salpicados de intervenciones militares y de períodos dictatoriales, pretendidamente justificados en muchas ocasiones por la llamada Gran Idea, el ideal decimonónico y más bien ambiguo de crear una Grecia de la misma extensión que el Imperio Bizantino. El PASOK es un partido de izquierdas que recoge en cierta medida alguno de esos ideales, que incluye en su programa posiciones fuertemente nacionalistas y que acusa a la derecha tradicional de haber vendido el país a los intereses extranjeros.

Para un funcionario internacional con muchos años de residencia en el país, los militares golpistas -que sin duda existen en el Ejército- no tienen la tarea fácil, después del ridículo que hizo la dictadura de los coroneles. El desastroso golpe de Estado contra el arzobispo Makarios, en 1974, y la consiguiente intervención turca en Chipre, fue un duro golpe para la conciencia nacionalista griega. "Los militares de la Junta", opina un comentarista político en Atenas, "demostraron que no sabían hacer bien ni su oficio: la guerra. Tuvieron que salir humillados de Chipre y se vieron obligados a reconocer su incompetencia y a entregar el poder a los civiles; es más, a un exiliado político como Caramanlis".

Sin embargo, es indudable que un sector de la opinión pública griega siente simpatías por los miembros de la Junta Militar, actualmente en prisión, y que periódicos como Elefteros Cosmos defienden cotidianamente las posturas de la extrema derecha y de los golpistas.

A principios de junio, un parlamentario del partido Unión del Centro hizo una interpelación al Gobierno sobre la existencia de un frustrado intento de golpe de Estado, lo que provocó gran inquietud en la opinión pública. Costas Banduvas, diputado centrista por Creta , preguntó si era cierto que las guarniciones militares de la región del Atica estuvieron en estado de alerta la noche del 1 de junio y recabó información del Gobierno sobre una supuesta intentona protagonizada por un grupo de oficiales retirados.

Los, conjurados, según la versión expuesta al Parlamento por Banduvas, planeaban el secuestro del presidente de la República, Constantino Caramanlis, del primer ministro, Giorgios Rallis, del jefe del Estado Mayor del Ejército y de otras altas autoridades. Los golpistas pensaban también ocupar el edificio de la Cámara de Diputados, en pleno centro de Atenas (al parecer había una unidad preparada para esta acción), pero el plan se interrumpió horas antes porque los conspiradores advirtieron que el Gobierno estaba al corriente del compló.

De haber logrado sus objetivos, los golpistas pensaban poner en libertad, inmediatamente después, a los dirigentes de la Junta Militar que gobernó dictatorialmente el país desde 1967 hasta 1974, y que cumplen condena en la prisión de Coridalos, cerca de la capital. La abolición de la Constitución de 1975 y la supresión del régimen parlamentario y multipartidista estaban también entre sus proyectos iniciales.

"Irresponsables" en "charlas de café"

Una serie de explicaciones ambiguas y confusas, cuando no contradictorias, fueron ofrecidas por varios miembros del Gobierno de Giorgios Rallis, que negaron la existencia de la conspiración y se refirieron a una "charla de café" entre oficiales retirados, a los que calificaron de "irresponsables"`. La oposición exigió, sin embargo, un debate parlamentario sobre el supuesto compló, que se celebró el pasado 10 de junio.

El líder socialista, Andreas Papandreu, descartó, la presunta intentona y calificó de "chistes malos" los rumores sobre la preparación de un golpe militar. El mero hecho de discutir esos rumores en la Cámara de Diputados, dijo Papandreu, supondría una ofensa para las fuerzas armadas y dar crédito a la calumnia urdida contra ellas. El dirigente del PASOK fue categórico al desmentir los rumores y dijo estar convencido de que el Ejército griego es el garante de la independencia nacional y del orden democrático.

Al reanudarse el debate un día después, y ante el asombro de los diputados, el ministro de Defensa, Evangelos Averoff, reconoció que un grupo de oficiales retirados proyectaba un golpe de Estado. En una larga respuesta por escrito a la interpelación del diputado centrista, Averoff dio algunos detalles del presunto intento de golpe militar, aunque no ofreció ni el nombre ni la graduación de uno solo de los supuestos implicados.

Se produjo entonces una extraña discusión parlamentaria, en la que el representante del Gobierno aseguraba que la conspiración fue real, mientras que el representante de la oposición rechazaba la explicación gubernamental y decía que se trataba de un vulgar invento del partido en el poder para amedrentar a la opinión pública, de cara a las próximas elecciones legislativas que, según la Constitución, deben celebrarse entre finales de septiembre y mediados de noviembre del presente año.

Averoff dijo que entre los oficiales retirados del Ejército todavía hay algunos que "creen en quimeras" y dijo tener confirmación, por tres fuentes diferentes, de que un grupo de esos oficiales "no arrepentidos" y partidarios de la Junta prepararon un golpe para las dos de la madrugada del 1 de junio. El compló fracasó porque el Gobierno adelantó unos días la celebración de unas maniobras militares previstas para fechas después y los conspiradores renunciaron a su intentona.

Andreas Papandreu defendió sus afirmaciones del día anterior, que calificó de "irrefutables", e insístió en que el Gobierno de Nueva Democracia trata de crear el miedo con estas historias. Está claro que todo esto es una "pura invención", dijo el líder socialista, porque el ministro de Defensa no había ordenado la detención de nadie, ni citado siquiera los nombres de los implicados, bajo el burdo pretexto de no descubrir su fuente de información. La respuesta a estas maniobras del Gobierno, concluyó Papandreu, la dará el pueblo griego en las próximas elecciones.

El debate parlamentario finalizó sin ninguna revelación esencial sobre el presunto compló, lo que motivó nuevas protestas de la oposición y degeneró en una contienda dialéctica entre Papandreu y Averoff con claros objetivos electorales. El fantasma del golpe militar, como los misteriosos incendios de grandes almacenes en Atenas, se convertía en un elemento más de inquietud y desestabilización a menos de cien días de las elecciones.

Otro gran tema electoral, la renegociación del acuerdo defensivo entre Grecia y Estados Unidos, quedó aplazado hasta noviembre, después de que el Gobierno de Rallis rompiera en el último momento las conversaciones. El PASOK había criticado la actitud del Gobierno al negociar, sólo unos meses antes de unas elecciones decisivas, el futuro de las cuatro importantes bases militares y de comunicaciones que Norteamérica tiene en suelo griego.

El "acuerdo ejecutivo" entre Washington y Atenas fue rubrIcado en 1977, pero Grecia no quiso firmarlo hasta que se hubiera producido la reincorporación del país al mando militar integrado de la Alianza, lo que finalmente se produjo en octubre del pasado año. El acuerdo, en el que se regula la utilización de las bases de: Helenikon, Heraklion, Makri y Nea, las cuatro bases norteamericanas, tendrá que ser ahora negociado con una nueva Cámara de Diputados y, quizá, con un Gobierno socialista, ya que las conversaciones se interrumpieron a finales de junio y no se reanudarán hasta después de las elecciones de otoño.

En síntesis, Grecia pide a Estados Unidos garantías formales de defensa de sus fronteras frente a una agresión exterior, en una clara referencia a Turquía, y que continúe la relación actual de ayuda militar a Grecia y Turquía en la proporción de siete a diez. Los turcos insisten en que la ratio actual no corresponde a las diferencias de extensión geográfica, población, o tamaño de los respectivos ejércitos. Otra discrepanc¡a en las negociaciones radica en el hecho de que Atenas quiere mayor control sobre el funcionamiento de las bases militares conjuntas, e incluso acceso a la infórinación captada por los sistemas de escucha y espionaje electrónicos.

Una victoria electoral socialista supondría sin duda nuevas dificultades para Washington a la hora de renegociar el acuerdo sobre las bases, si bien nadie cree que el PASOK pudiera llegar a la ruptura definitiva con Washington.

Del mismo modo, y en opinión de la mayoría de los observadores políticos, un Gobierno socialista en Atenas no supondría la salida automática de Grecia de la OTAN, pero sí la entrada de un aliado incómodo para muchas decisiones y debates a tomar por la organización. En cuanto al Mercado Común, los socialistas podrían pedir una renegociacióndel acuerdo de adhesión, que consideran lesivo para los intereses griegos, pero es prácticamente irripensable que intentaran sacar a Grecia de la CEE, porque necesitarían convocar para ello un referéndum, algo muy difícil con Caramanlis como presidente de la República y "árbitro de las instituciones".

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