El viaje del Papa

(...) Hay en la nota del episcopado sobre el aplazamiento del viaje papal a España una insinuación de la resistencia de Juan Pablo II a la aceptación de ese retraso. El Papa siente crecer sus fuerzas y se niega a la idea de que no le lleve el avión allá donde el corazón le lleva: él querría verse en Avila en octubre.La actitud del episcopado es igualmente compleja: «no presiona» para el mantenirniento de las fechas y «acepta cualquier indicación de aplazamiento».

Lo que se ha impuesto es el buen sentido de todos, con pena de todos. Los médicos quieren seguridades, España desea una visitaísin agobios, la Secretaría de Estado tiene el deber de ampliar los márgenes de la posibilidad fisica, el Papa tiene el deber de dejarse cuidar por sus hijos como cualquier padre enfermo. Es un forcejeo que conoce cualquier familia, y generalmente el que manda se resigna a obedecer.

El realismo ha vuelto, pues, a replantear el viaje papal en el marco no distorsionado del centenario de santa Teresa, que murió en octubre de 1582. Estamos seguros de que toda España lo comprende. El aplazamiento es garantía de un encuentro tranquilo y largo, en que España podrá manifestar al Papa no sólo su devoción católica, sino su admiración por la formidable fortaleza de un organismo resistente a la bala y al bisturí. ¿A Juan Pablo II se le puede llamar «paciente» o «impaciente»? (...)

8 de julio