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Los ruidos del canódromo de Canillejas siguen molestando a los vecinos

Los continuos ruidos producidos por los perros del canódromo de Canillejas, situado en la carretera de Vicálvaro, están llevando a la desesperación a gran cantidad de los residentes en la zona, según aseguran los representantes de la Asociación de Vecinos de Las Musas, que están estudiando las posibles fórmulas para lograr una solución al problema, una de las cuales podría ser la insonorización de las perreras. Tanto el gerente de las instalaciones como el presidente de la junta municipal de San Blas, distrito al que pertenece el barrio, manifestaron a este periódico que el funcionamiento del canódromo cumple la legislación vigente en materia de ruidos.

Según informaron a EL PAIS vecinos de los barrios de San Francisco de Paula, Las Musas y el polígono H de San Blas, la permanencia de unos mil perros en las instalaciones del canódromo durante las veinticuatro horas del día representa un volumen de ruidos inaguantable e impide dormir a numerosas personas, a la vez que atrae a gran cantidad de mosquitos y ratas, que acuden a comer los residuos de la comida de los perros. Además, desde que empezó a funcionar el complejo, dicen los afectados, han comenzado a merodear por los alrededores una serie de indeseables que molestan continuamente a los vecinos, se producen numerosos atracos a los viandantes y la situación se hace insostenible.«Durante el verano, los ladridos comienzan a las 7.30 horas y no paran hasta las nueve de la noche», señala uno de los vecinos más cercanos a la zona de carreras. «Y luego, por la noche, cuando los perros se encuentran cansados, en vez de ladrar, lloran, y tenemos varias horas de aullidos lastimeros que te vuelven loco. Para colmo», continúa el afectado, «durante la noche, el -generador que suministra electricidad al negocio emite un pitido continuo que, unido a los aullidos. hace que lo pasemos muy mal para lograr dormirnos». Otra de las personas afectadas manifestaba también que los vecinos habían realizado numerosas gestiones con el Ayuntamiento «y hasta con Rosón, cuando era gobernador civil de la provincia, para buscar una solución; pero vemos que todo sigue igual».

Los representantes de la asociación vecinal indican que se han solicitado investigaciones y controles sobre los ruidos y que les consta que el Ayuntamiento ha enviado a funcionarios a efectuarlos, pero los investigadores señalan que no existen ruidos que sobrepasen lo autorizado legalmente. «Claro que el sistema de control es muy especial, pues hay que avisar al controlado con veinticuatro horas de antelación, y con ese aviso previo el dueño del canódromo puede hacer mil cosas para dormir a los perros y conseguir que no haya ruidos a la hora de medirlos. Yo, concretamente, tengo un perro y lo hago para que no moleste a la gente durante los viajes que hago para ir a cazar», indica uno de los directivos. Finalmente, otro de los afectados manifiesta que en una entrevista que mantuvieron algunos vecinos con el subdirector del canódromo de Canillejas «este señor nos dijo que se considera un perro y comprende a los perros. Si a ustedes les molestan sus ruidos, márchense del barrio». «Claro», añade, «que nosotros vivimos aquí mucho antes de que instalasen el canódromo».

«Nos pusieron numerosas denuncias y nos hicieron cerca de cincuenta inspecciones, y al final nos han dado la razón», señaló a EL PAIS el gerente de la entidad, Víctor Guerrero, quien señala que «hay unas leyes y nosotros las cumplimos y estamos emitiendo el número de decibelios autorizados. Tal vez alguna vez molestemos a alguien, pero se hicieron investigaciones hasta en el dormitorio de alguno de los denunciantes, y se vio que estamos dentro de la legalidad».

Por su parte, el presidente de la junta municipal del distrito, Mariano López San Román, después de manifestar que él era el primero en no querer el canódromo en Canillejas, dijo que «yo mismo hice algunos de los controles, a las horas que nos dijeron y donde nos dijeron los vecinos. Nunca el sonómetro dio por encima de los ochenta decibelios durante el día ni más de treinta por la noche, que son los límites establecidos. Los vecinos son testigos. De acuerdo en que se les puede dormir a los perros tras el aviso previo, pero se han hecho numerosos controles, muchos sin avisar, y no se encontró ilegalidad alguna».

En fin, los vecinos piden que se insonoricen las perreras o se obligue a los dueños del canódromo a llevar a los perros a permanecer fuera del tiempo de carreras en otro sitio, como se ha hecho respecto al de Carabanchel, pero el concejal dice también que «estuve tratando de encontrar una ley que obligue a los perros a pernoctar fuera del vecindario, pero no la he encontrado».

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