Las financieras pretenden nuevos recursos y se niegan a publicar sus tipos de interés
Las financieras se preparan para acudir al mercado interbancario de dinero y lanzar bonos u obligaciones consorciadas. Quieren así depender menos de las letras firmadas por sus clientes y que llevan a redescontar a los bancos. Esta ha sido, hasta ahora, casi su única fuente de recursos, junto a los cerca de 30.000 millones de pesetas propios reunidos por las 421 entidades inscritas oficialmente.
El Ministerio de Economía está interesado en conseguir mayor claridad en las operaciones del sector, y podría utilizar como contrapartida el visto bueno a las nuevas operaciones para captar dinero. Pero portavoces de las financieras indican que se ha avanzado mucho en la claridad y transparencia y, por otra parte, no hay trabas administrativas para acudir a los mercados interbancarios y de renta fija. A su juicio, la única dificultad para emitir bonos u obligaciones consorciadas, dirigidas al público a través de la red de oficinas de las propias financieras, radica en la necesidad de mejorar las condiciones de la deuda pública y en la dimensión de las entidades. Por ello, estudian una primera emisión más limitada de lo deseado y en condiciones competitivas, para ofrecerla como cebo y banco de pruebas de otras posteriores.
Clarificar el mercado
Sin embargo, ha enraizado en el Ministerio la idea de que tales entidades constituyen un mercado financiero paralelo al tradicional, y se han caracterizado por la amplia libertad con que son tratadas, ya que las normas que les afectan son escasas. Esta idea, sacada textualmente del preámbulo de la regulación de febrero de 1977, es la que llevó hace varios meses a la Dirección General de Política Financiera a hacerse eco de la necesidad de terminar con la posibilidad de eventuales abusos (son frecuentes los casos en que el coste del dinero para un cliente de financiera supera el 30% anual), aplicando a las financieras los mismos criterios de claridad y transparencia que fueron dictados para la banca con la orden de enero pasado.Se trataba, en suma, de que las financieras, cuyos tipos de interés ya son libres, los publiquen claramente, e incluso los mantengan durante un período mínimo, que quizá podría ser de quince días. El objetivo de esta medida sería evitar el tirón, práctica que consiste en aplicar el mismo tipo por todo el importe de la operación, sin descontar la parte ya amortizada. De esta forma, el interés final realmente pagado se hace muy superior.
Las posibilidades de alargar los tipos efectivos de interés son grandes, porque la regulación incluye diversos conceptos. Unos deben ser fijos: la comisión de cobranza, la misma aplicada para la banca (desde las normas de enero, 0,40% para los efectos domiciliados y 0,70% para los no domiciliados, con mínimos de 250 pesetas por cada letra); el corretaje de intervención (situado en torno al 0,3% ), y los impuestos que correspondan al cliente, entre ellos el impuesto de tráfico de empresas (ITE). Los otros son libres, pero van englobados y no favorecen la claridad. Se trata de la tasa por aplazamiento, que es el tipo de interés nominal y constituye la parte principal; el seguro del crédito, y el seguro del bien.
Pese a la existencia de estos proyectos, que trascendieron en parte a la Prensa hace varios meses, el pasado 22 de mayo, el Boletín Oficial del Estado publicó una orden del Ministerio de Economía para adaptar los balances de las entidades financieras y sus comunicaciones con la Administración al Plan General de Contabilidad. La medida fue interpretada por medios del sector como un abandono o aplazamiento de los proyectos iniciales del Ministerio, que no aprovechó la ocasión para dictar las normas clarificadoras.
Sin embargo, la insistencia de los empresarios en que no son necesarias, contrasta con los propios hechos, como lo prueba el que no se conozca todavía el volumen de operaciones de las financieras durante el año pasado, cuando terminaba para la mayoría el plazo de tres años para cumplirlas normas de 1977.
En una reciente reunión con miembros de la Asociación Nacional de Entidades de Financiación (Asnef), el ministro de Economía y Comercio, Juan Antonio García Díez, dijo que el volumen anual de negocio superaba los 350.000 millones de pesetas. Asnef ha respondido a la pregunta de EL PAÍS con una estimación que alcanza los 170.000 millones de pesetas. Por otra parte, fuentes de la Dirección General de Política Financiera indican que la cifra real debió estar por los 150.000 millones de pesetas, pero los datos de cada empresa llegados a la Administración deben ser contrastados, pues unas cifras aparecen en miles y otras en millones, lo que, al parecer, dio origen al error del ministro. Tampoco coinciden las estimaciones sobre el reparto de inversión por actividad. Asnef ha indicado a EL PAÍS que el 65% del total corresponde al sector de automóviles; el 12%, a bienes de equipo, el 30%, a vivienda, y negociación de efectos, y el 6%, a obras y servicios.
Versión empresarial
Según los responsables de Asnef, la publicación de los tipos de interés no serviría para nada, pues el cliente que acude a una financiera busca fundamentalmente agilidad, obtener el crédito en veinticuatro horas, lo que es posible por la especialización de estas entidades frente a bancos y cajas. Ello implica, naturalmente, mayor margen de morosidad, que ha crecido en los últimos años y constituye, junto a los gastos generales, la principal causa del margen entre lo que las financieras pagan por sus recursos ajenos a los bancos (en torro al 20% anual) y lo que cobran a los clientes.Los empresarios de Asnef se quejan de la competencia de bancos y cajas, que incumplen a veces la ley de Ventas a Plazos y les cobran intereses muy cambiantes y superiores a los preferenciales que publican. No obstante, afirman que el acudir al mercado interbancario no les permitirá abaratar los intereses, sino principalmente tener dinero con mayor seguridad y no sufrir las retenciones aplicadas sobre el total de las letras redescontadas por los bancos (normalmente, la quinta parte).
Otro problema resaltado en los medios empresariales es la competencia en el sector del automóvil por parte de las financieras de marca, que dependen de los fabricantes de coches (todos tienen una, incluso General Motors, que todavía no ha iniciado su producción en España). Efectivamente, los fabricantes han preferido afrontar la crisis de ventas mejorando las condiciones de sus financieras en términos de interés y plazo, en lugar de ganar dinero con ellas. Esta es la razón por la cual las financieras de automóviles suelen ser las más baratas y hace un año consiguieron de las autoridades reducir la entrada mínima del 25% al 15%, y ampliar los plazos de amortización de dos a tres años.
En cualquier caso, los responsables de Asnef dicen que el negocio de las financieras se mueve dentro de cauces normales y un reciente sondeo de opinión les atribuía mejor imagen que a los bancos y cajas.
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