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Jomeini acusa veladamente a los Muyaidines, de asesinar al "ayatollah" Bejesti y a otras 71 personalidades iraníes

El asesinato del director de la prisión de Evin, Mohamed Kajue, en circunstancias poco claras, y el nombramiento de Mohamed Bajonar, de 45 años, como nuevo secretario general del Partido de la República Islámica (PRI), configuraban ayer, en Teherán, una actualidad marcada de luto por el entierro de las víctimas del atentado que el domingo costó la vida a Mohamed Bejesti y a otros 71 dirigentes políticos. Irán parece haber resistido con calma inicial las graves pruebas que afronta el Gobierno del país.

Ayer, el imán Jomeini, guía de la revolución, imputó indirectamente a los Mujaidines del Pueblo, una organización izquierdista opuesta frontalmente al Partido de la República Islámica, la responsabilidad de este gravísimo acto terrorista. "Esa banda de ignorantes que pretenden combatir en nombre del pueblo (mujaidín significa combatiente) ha segado la vida de 72 personas que servían al pueblo", afirmó Jomeini en un mensaje hecho público por la agencia oficial iraní, Pars.Las investigaciones para determinar con exactitud la identidad de los autores de la matanza continúan. A partir de ahora, el Ejército vigilará las sedes de las más importantes instituciones iraníes de Teherán. Entre las once personas ejecutadas en la madrugada del lunes en la cárcel de Evin figura el ex agregado militar del régimen del sha en Israel, ex general Asghar Entezami, a quien se acusó de mantener contactos con el Ministerio israelí de Defensa.

En la noche del lunes, el imán Jomeini había dirigido la palabra al pueblo iraní a través de la televisión, y su voz se quebró repetidamente por sus sollozos y los de su hijo, Sayed Ahmed, que aparecía a su lado. Ambos han perdido muchos amigos y seguidores en el drama de la sede del partido fundamentalista islámico. Jomeini pidió a su pueblo que no responda a esta agresión y que se mantenga alerta en todo momento contra cualquier tipo de agresión.

Un millón de personas, según fuentes oficiales, despidió ayer, en el Cementerio de los Mártires, de Teherán, los cadáveres de las, hasta ahora, 72 víctimas del atentado terrorista perpetrado el domingo pasado contra la sede del PRI, entre ellas, el secretario general de esta organización, Mohamed Bejesti, cuatro ministros, seis viceministros y veintisiete parlamentarios.

Desde primeras horas de la mañana, miles de personas procedentes de distintas provincias iraníes se congregaron, con flores, banderas islámicas verdes y negras y fotografías de los fallecidos, en las inmediaciones del Majlis (Parlamento) de Teherán, desde donde partió la comitiva fúnebre.

A los cadáveres, transportados en ataúdes dentro de ambulancias, seguía un impresionante cortejo, donde abundaban las ropas de luto, los gestos de dolor y la emoción contenida, que poco a poco se fue desbordando en gritos de "Muerte a América", "Bejesti, seguimos tus pasos" y "Jomeini, jefe del Ejército". El primer ministro, Alí Rayal; los jefes de las tres armas; el presidente de la Corte Suprema, el ayatollah Musavi Ardebili, recién nombrado para sustituir a Bejesti, y otros dignatarios del régimen islámico nutrían las filas de la manifestación.

Una comitiva de seguidores del Partido de Dios (Hezbollahi), en motocicletas, abría paso al cortejo, que recorrió a pie los quince kilómetros que separan el Majlis del Behesht Zahara, cementerio donde reposan los restos de los héroes revolucionarios iraníes. Una banda de música militar interpretaba marchas fúnebres. Muchas fachadas de los edificios capitalinos exhibían pancartas negras de luto con lemas en memoria de los asesinados. Las calles de Teherán permanecieron vacías durante toda la mañana, hasta que la ciudad fue recobrando su pulso normal.

A medida que se conocen los pormenores del atentado terrorista, más conmovedor resulta el drama vivido por las aproximadamente cien personas que se encontraban en el interior de la sede del partido islámico, treinta de las cuales han sobrevivido pese a sufrir graves heridas. Según el portavoz gubernamental. Behzad Navabia, un explosivo de unos treinta kilos de peso fue depositado en un muro próximo a una escuela infantil contigua a la sede del PRI. Al hacer explosión el artefacto, una gigantesca llama violeta cubrió todo el edificio.

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