El belga Von Rossum gana la tribuna internacional de compositores

Sesenta y cuatro obras presentadas por 33 países han participado en la última edición de la Tribuna Internacional de Compositores, organizada en París por el Consejo Internacional de la Música (Unesco) en colaboración con los distintos organismos radiofónicos nacionales, Radio Nacional de España entre ellos. La partitura que obtuvo mayor número de sufragios y, por tanto, ha quedado seleccionada en primer lugar ha sido Requisitoria, del belga Frederik van Rossum.

En esta Tribuna Internacional quedó seleccionada, entre las de autores jóvenes (menores de treinta años), Cercado por el horizonte, original de George Benjamin (veintiún años).Obtuvieron considerable cantidad de sufragios, hasta formar lo que podríamos denominar «pelotón de cabeza», las obras del francés Alain Bancquart, los finlandeses Erik Bergman y Jouni Kaipainen, el neozelandés Lyell Cresswell, el húngaro Janos Decsenyi, el sueco Anders Eliasson, el búlgaro Gueorgui Mintchev, el canadiense Jean Piché, el japonés Somei Sato, el holandés Jan van Ylijmen, el islandés Askell Masson, el británico Edward McGuire y los españoles Miguel Alonso y Miguel Angel Martín Lladó. Según el reglamento, son recomendados los once primeros.

Panorama general

La presente Tribuna -presidida por el irlandés Gerard Victory, reelegido para la próxima convocatoria- ofrece datos y características de especial interés. Por una parte, la participación de autores jóvenes ha aumentado hasta alcanzar el número de catorce compositores. Por otra, sólo se han escuchado diez partituras compuestas por autores de más de cincuenta años, de los que sólo dos son sexagenarios.Quiere decirse que, en conjunto, la audición del total de las 64 obras supone un índice muy significativo sobre la marcha de las corrientes musicales hoy día, más si se tiene en cuenta que se trata de obras recientes, escritas en su mayor parte hace uno o dos años.

Al escribir sobre las dos últimas tribunas (las de 1979 y 1980) anoté cierta tendencia exagerada de algunos jóvenes hacia estilos y técnicas neorromanticistas, dirección que se ha modificado en el sentido de un muy amplio eclecticismo Priman las posturas de gran libertad que permiten acoger cualquier característica de no importa qué tendencia y rechazar el menor sectarismo o beatitud de estilo y procedimiento. Han disminuido también las obras «de citas», esto es, aquéllas que parten de otras músicas -Mozart, Beethoven, Mahler, Schubert, Strawinsky y tantos otros- tan en boga durante los últimos tiempos. Un dato algo alarmante: la «factura», «mano de obra» o «artesanía», como quiera llamársele, pierde nivel en no pocos casos.

Las obras premiadas

Lo del «premio» es una forma de entenderse, pues ya es sabido que el fin de la Tribuna es, sobre todo, el de conocimiento y difusión de la nueva música hasta el punto que nada impide que cualquier obra participante sea transmitida por las «radios» igual número de veces que las seleccionadas y más que las recomendadas.Mas por algo ciertas partituras obtienen votaciones superiores. En el caso de Frederik van Rossum (Bruselas, 1939) estamos ante un compositor de buena técnica, aprendida con Quinet y Souris. En la actualidad dicta la clase de análisis musical en la capital belga al tiempo que figura entre los profesores de la Capilla Musical Reina Isabel y dirige la Academia de Boitsfort (Bruselas).

Su naturaleza creadora tiende tanto hacia lo meramente estructural, cuanto a lo descriptivo y dramático. Escribió una ópera para televisión, El soldado Juan, conciertos, sinfonías, Threni para mezzo y orquesta, y una sinfonía concertante para trompa, piano, percusión y orquesta.

Requisitoria, para metales y percusión, parte de una intencionalidad dramática para «evocar la tragedia humana frente a la sentencia divina» a través de «una sucesión de secuencias o efectos repetidos».

George Benjamin, discípulo de Gelhom en Londres, de Messiaen y Loriod, en París, se sirve de una formación orquestal amplia, enriquecida por percusiones, celesta y piano para desarrollar sinfónicamente las sugerencias de algunos versos de T. S. Eliot y de una fotografía tomada durante una tormenta en el desierto de Nuevo México.

Nuestros músicos obtuvieron la mejor calificación global en la historia de la Tribuna, pues si en una ocasión Tomás Marco quedó clasificado (con igual mérito) en primer lugar y en otra fue recomendado Francisco Guerrero, que los dos autores presentados por un país alcancen el undécimo y duodécimo puestos es cosa infrecuente y vale por una muy alta consideración. Serán muchas las emisoras que transmitan Nube-Música, sobre Unamuno, de Miguel Alonso, de belleza sobrecogedora y Diana de Efeso, de Martín Lladó, que fuera premiada con el Arpa de Oro en el concurso de las cajas de ahorro.

La imaginación sonora de Lladó estructura una sucesión de acontecimientos sugeridos por la contemplación de una fuente (la de la naturaleza) en el jardín de la villa d'Este, en Tívoli. El impulso emocional con que Miguel Alonso pone en música el Cristo unamuniano, apoyado en la voz de Esperanza Abad (que llamó la atención de todos) y en un grupo instrumental del que logra máxima eficacia, convenció a todos.