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El presidente iraní permanece en silencio mientras sus enemigos piden a gritos su muerte

Al grito de «Alá es grande, muera Banisadr», los fieles concentrados en Teherán para asistir a la tradicional plegaria de los viernes arremetieron ayer contra el presidente de Irán, quien permanece recluido en su residencia capitalina, tras su destitución hace dos días como comandante en jefe de las fuerzas armadas por el imán Jomeini. Las consignas contra el presidente Banisadr -cuyo diario, Revolución Islámica, ha sido clausurado- fueron coreadas por la mayoría de los presentes en los rezos, y retransmitidas en directo a todo el país por radio.

En estos dos días, las actividades oficiales de Banisadr se han limitado al envío de una felicitación al ejército, a cuyo frente figura interinamente el general Vali Fallahi (a quien corresponde la dirección de la guerra contra Irak), y de un mensaje a la nación con motivo del terremoto que ha asolado una provincia sureña iraní.El siguiente episodio en el conflicto que enfrenta a Banisadr con sus adversarios de la mayoría, es decir, del Partido de la República Islámica (PRI) del ayatollah Bejesti, tendrá por escenario, muy probablemente, el Parlamento, en el que la semana próxima se celebrará un debate extraordinario a puerta cerrada para examinar «los urgentes problemas con que se enfrenta el país». La iniciativa partió de ochenta diputados del PRI.

Tras este paso, la Cámara, por una mayoría de dos tercios, puede proceder a declarar la «incapacidad política» del presidente. Será entonces cuando el Tribunal Supremo quede libre para procesar a Banisadr, bajo la acusación de violar la Constitución, basándose en su negativa a promulgar ciertas leyes emanadas del Parlamento y avaladas por el Consejo Constitucional. Paradójicamente, al frente del aparato judicial figura el propio Bejesti.

Si todo ocurre de esta forma, el imán Jomeini, en su calidad de faguih, jefe supremo del Estado islámico, quedará entonces facultado legalmente para destituir al presidente de la República.

En caso de que Banisadr abandone el poder, la Constitución prevé la entrada en funciones de un Consejo de la Presidencia de la República, en tanto se convocan elecciones presidenciales en un plazo máximo de cincuenta días. Este Consejo estaría integrado por el primer ministro, el presidente del Parlamento y el presidente del Tribunal Supremo. Es decir, por los tres principales enemigos políticos de Banisadr: Mohamed Ali Rayal, Ali Akbar Hachemi Rafsandjani, y Mohamed Bejesti.

Al presidente le quedan aún dos salidas honrosas: evitar todo este proceso mediante una promesa formal de respetar en el futuro la Constitución, o bien presentar su dimisión voluntariamente. En diversas y recientes ocasiones Banisadr aseguró tajantemente: «No cederé».

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Los manifestantes que se congregan ante su residencia le acusan a gritos de ser «el Pinochet íraní». Banisadr calla. Sus eslóganes le asocian con Estados Unidos, con la princesa Ashraf (hermana gemela del sha) y con los contrarrevolucionarios en general. Banisadir sigue guardando un silencio total.

«Aspira a convertirse en un mártir» (el más perfecto estado de gracia para los musulmanes chiltas), dicen unos. No. sostienen otros, «aún confía en que se produzca un levantamiento popular en su favor». La segunda hipótesis, que no contradice necesariamente la primera, es la más probable, según los observadores.

En unas recientes declaraciones al corresponsal del diario francés Le Monde, Banisadr aseguró que en caso de que optase por presentarse a las elecciones presidenciales, «me haría con más del 90% de los votos ».

No obstante, las cosas no parecen ser tan fáciles para el actual presidente. Los comandantes de los tres ejércitos acaban de renovar su promesa de lealtad al imán Jomeini, jefe titular de las Fuerzas Armadas. aunque también es cierto que éste ha delegado, a título provisional, en el general Fallahi, considerado como una persona muy próxima a Banisadr.Manifestaciones minoritarias

La población en general no ha reaccionado, aunque sí existen pequeños grupos de partidarios de Banisadr que siguen manifestándole públicamente su apoyo por las calles de Teherán.

Otra acusación que la oposición piensa esgrimir contra el actual presidente de Irán se basa en su entrevista secreta con Abdel Rahman Ghassemlu, jefe de los rebeldes kurdos.

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