La censura
La censura existe: aviso. El domingo salí por la telecosa en la tertulia de Fernán-Gómez, al que tanto quiero y admiro. Llegado a mi mejor párrafo, a mi momento brillante, cuando el whisky falso de los rodajes había hecho su efecto, dije:-Uno se enamora siempre de una cara. La cara puede redimir el resto del cuerpo. El erotismo gráfico gana mucho con rostro, según leyes de esa industria, y si el rostro es conocido, dobla su valor (señora de Vilallonga).
Salvo lo de la mi muy respetada y amiga señora de Vilallonga (ejemplo que pongo ahora), todo el resto fue así y no salió ni una palabra por la teletonta. Y el caso es que yo estaba haciendo espiritualismo, claro, negando el sexo/sexo, afirmando que el erotismo está en el rostro, que son los ojos, que son la mirada, y la mirada es el alma, según diría un, antiguo o Zubiri Pues Televisión Española, ya ven, censura hasta lo que va a favor de la moral dominante. Contra la ola de erotismo que nos invade, yo explicaba que la sensibilidad, la comunicación, la interpenetración, la imaginación, siguen siendo más importantes que la celulitis lírica de una señorita. Pero como la censura es de trazo grueso, lo quitaron. Yo, a Fernando, le doy el alma y la vida, y hasta el honor calderoniano, que le tengo señalado, con Cela y Berlanga, como la santísima trinidad del cachondeo nacional, en años en que el cachondeo era toda la subversión posible.
Pero yo no le regalo mis verdades universales, ni mi inteligencia sentiente, ni mis párrafos a Televisión Española, que no me da nada de lo que gana con sus persiles, sus omos y otros biodegradantes de la inteligencia nacional. Y menos se lo regalo a la censura, que está ahí, «señora vestida de negro», como un día la definieron entre Tico Medina y el cantante Ismael (con quien he pasado la tarde del domingo). El que se manipule un caso tan inocente como el mío me hace comprender que lo del paro, lo de Gabilondo y todos los mogollones. que hoy involucionan el medio o el media, o como eso se llame, han sido también manipulados, antes o después. Anoche, en el estreno de una película de Pons, donde se malgasta la libertad restante en un mal panfleto cinematográfico, anticlerical y homosexual, estuve con Martita Cortés, veinte años, biológicas, que es el Leonardo que nos queda más cerca. Ese rostro tiene más llamada que todas las celulosas y siliconas, naturales o artificiales, de las compactas de oficio. Paloma San Basilio, que de madrugada cantó en Eslava, es otro caso de fascinación por la mirada y la voz. Uno hace moralismo siempre que se enamora o habla de amor, pues uno ha descubierto, como Mallarmé, que «la carne es triste», aunque uno no haya leído todos los libros. Vidal Beneyto, que ha sacado un libro político y otro sobre el viejo análisis estructural Jakobson/Strauss al soneto Los gatos, de Baudelaire, me invita a una movida en la Feria del Libro sobre gatos y libros de gatos, eso que Russell llamaba «una cierta felinidad universal». El lúcido Vidal Beneyto, desencantado del electrodoméstico televisivo, ha descubierto ese otro electrodoméstico que es el gato: o sea, otro intelectual, otro valor democrático que la democracia deja tirado en la cuneta.
Julián Marías me invita a una «cena con argumento» sobre la cosa nuclear, y Tierno Galván, a la presentación de su libro. Todo el mundo quiere informar e informarse directamente, porque en España, hoy, vuelve a haber censura televísiva, tejerismo informativo, represión comunicacional y silencio administrativo.
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