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Linchado el general que ordenó asesinar al presidente de Bangladesh

Cientos de miles de personas asistieron ayer en Dacca a los funerales por el asesinado presidente de Bangladesh, Ziaur Rahman, horas después de conocerse la muerte, a manos de los soldados que le habían detenido, del general rebelde Mansur Ahmed, jefe del frustrado golpe de Estado.

Mansur perdió la vida a manos de «soldados encolerizados», según la expresión utilizada por Radio Dacca, cuando era conducido a Chittagong desde la localidad en que fue detenido, Fati Cohnair, situada a unos cincuenta kilómetros de la frontera indo-birmana. Un comunicado oficial difundido con posterioridad señaló que Mansur «resultó herido por las balas durante un intercambio de disparos entre algunos elementos armados y las tropas de seguridad cuando era trasladado al cuartel de Chittagong».La ejecución del general Mansur es interpretada por los observadores como un episodio más, y no como el desenlace, de la crisis abierta tras el asesinato del presidente Rahman, que, según parece, se materializó tras un enfrentamiento armado entre los guardaespaldas del presidente y las tropas rebeldes.

A la ceremonia fúnebre en memoria del presidente asesinado asistieron los jefes de los tres Ejércitos, el Gobierno en pleno, congresistas y diplomáticos, que saludaron en silencio mientras se disparaban las veintiuna salvas de rigor. Más tarde el féretro, cubierto con la bandera nacional, fue conducido a su tumba definitiva. Miles de ciudadanos se congregaron ante el Parlamento, tras recorrer en procesión cerca de cuatro kilómetros, mientras la radio y altavoces callejeros retransmitían incesantemente párrafos del Corán.

La inquietud se mezclaba con la tristeza en la mayoría de los rostros y el servicio de orden apenas si tuvo problemas con los asistentes. El primer objetivo de la población es, sin duda, evitar que Bangladesh vuelva a vivir una guerra civil.

La desaparición de Ziaur Rahman, que aglutinaba en su persona los poderes civil y militar, sume ahora a Bangladesh en un gran vacío. Por esta razón, el presidente interino, Abdus Sattar, conocido jurista de la Administración del Estado, parece contar con el apoyo popular. Sattar fue el organizador, en 1971, de las primeras elecciones en la historia de Pakistán, que consolidaron en el Oeste el triunfo del difunto presidente Zulfikar Alí Bhuto, y en el Este el nacimiento de Bangladesh. Pero Sattar es un hombre mayor, cuenta con 75 años de edad, que se encuentra hospitalizado desde hace días por problemas cardiacos.

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Batalla por el poder

La Constitución fija un plazo de 180 días para elegir nuevo presidente, pero si algo sucediera antes a Sattar, el poder recaería en el presidente del Congreso, M. G. Hafez, que no goza, al parecer, de mucha simpatía popular.

En el terreno militar tan sólo un general capaz de aglutinar a las fuerzas armadas podría tranquilizar en estos momentos a un Ejército con demasiadas individualidades ambiciosas. Pero ese general no existe ni puede encontrarse en la figura del actual jefe de las fuerzas armadas, H. M. Ershad, un hombre de carácter débil, a quien Ziaur nombró para el cargo, porque eso le permitiría seguir controlando a los militares.

Según manifestaron ayer en Calcuta fuentes diplomáticas occidentales, podría estarse fraguando por este motivo en las altas esferas del Ejército una auténtica batalla por el poder de consecuencias imprevisibles.

Mientras tanto siguen sin conocerse las razones por las que el general Mansur decidió acabar con la vida del presidente.

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