España

es un país de los de nunca acabar. Cuando parece que las cosas empiezan a salir más o menos bien, los terroristas de siempre salen a la calle a matar a cuantos puedan ser en algún momento detonantes de un total golpe de Estado o cualquier otra cosa que se le parezca, y cuando los problemas acucian de una manera intolerable, salen también a la calle quienes sólo ven la solución de los problemas españoles en que la pena de muerte sea de nuevo una realidad en este país.Creo que ya está bien de que tanto terrorista ande suelto como Pedro por su casa. Quien pide la muerte para alguien -y dejémonos de pamplinas-, es tan terrorista como quien aprieta el gatillo de una pistola o coloca una bomba en un coche con el único fin de destruir una vida humana. Porque si se pide la reinstauración de la pena capital es porque, presumiblemente, se está a favor de la vida de quien ha sido asesinado, pero no olvidemos que en ese momento también se está potenciando el terrorismo, aunque sea de otra manera.

Tan terrorismo es matar a un militar de nuestras Fuerzas Armadas, como a un sencillo -que no simple- policía nacional; pero igualmente terrorismo sería matar a quien mata, cuando resulta que ese muerto lo sería por la fuerza del Estado; es decir, que el Estado, los gobernantes, las Fuerzas Armadas y los ciudadanos en general seríamos tan terroristas como quienes atentan contra nuestra forma de convivencia o nuestros hombres públicos o ciudadanos de a pie. / .