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Mitterrand ofrece un programa político que empareja la planificación socialista y la economía de mercado

El septenio del nuevo presidente, François Mitterrand, empieza hoy de verdad, o casi con todas sus consecuencias. La otra política, predicada por el entonces candidato en su campaña, sólo podrá desarrollarse a partir del próximo mes de junio, cuando se hayan celebrado las elecciones legislativas. En ese momento, Mitterrand sabrá si tiene una mayoría parlamentaria y, acto seguido, si puede traducir en hechos la política económica que sus expertos ya han elaborado minuciosamente.

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Según estos últimos, la era Mitterrand, en el plano económico, «ofrecerá todas sus posibilidades a una economía de libertad». Se efectuarán nacionalizaciones, se elaborará un plan, pero los expertos socialistas consideran vergonzoso el discurso de quienes pretenden hacer creer que esas innovaciones conducirán al colectivismo y al dirigismo económicos.El homus economicus de Mitterrand es Jacques Delors, de 56 años, profesor universitario, parlamentario socialista europeo, experto en finanzas por haber trabajado en la Banca de Francia y ex gerente de empresas. En el mismo momento en que Mitterrand toma posesión de la magistratura suprema, Delors figura entre los nombres ministrables.

Desde el pasado día 10, él es el empalme entre Mitterrand y los medios económicos-financieros. Aunque siempre se declaró de ideología socialdemócrata, a principios de la década de los años sesenta realizó una experiencia gubernamental, en tanto que consejero del entonces primer ministro, Jacques Chaban Delmas. El fue quien elaboró la política contractual de lo que se denominó la n líe va sociedad del alcalde de Burdeos. Delors, pues, desde que Mitterrand es presidente electo, ha prodigado reflexiones y análisis de lo que será la Francia económica de Mitterrand, en teoría al menos.

Los socialistas parten de la base de que la política económica del ex primer ministro Raymond Barre ha sido desastrosa y negativa. Un ejemplo les basta: Barre, en 1976, cuando lanzó su célebre plan de relance económico, fijó como objetivo primero de toda su estrategia doblegar la inflación. Actualmente, el aumento de precios es del 14%, aproximadamente. Los técnicos socialistas le cargan a la factura petrolera el 4%, lo que quiere decir que el 10% restante es consecuencia de la política perversa de Barre. Y, en 1976, la inflación también era del 10%.

Según el precitado Delors, la política de Mitterrand pretende cimentar una economía próspera. Para ello, los socialistas cuentan con las finanzas propias de un país rico: reservas de divisas que pasan de los 130.000 millones de francos. Reservas de oro que se acercan a los 250.000 millones de francos. Deuda exterior ampliamente compensada con los préstamos a otros países. Y el balance negativo: inflación, más de millón y medio de parados, desigualdades sociales sin paralelo en el resto de los grandes países industrializados.

Medidas sociales prioritarias

¿Cómo cimentar la economía próspera prometida por Mitterrand? Delors explica: «En primer lugar, crear un sistema de relaciones sociales que funcionen, definir una audaz política de descentralización como antídoto de las prácticas seculares del centralismo y a las que, hoy, se añade el ejercicio triunfal del poder de la tecnoestructura. Es decir, que cada cual afronte sus responsabilidades. A continuación, diversificar la política energética que, a su vez, creara empleos. En tercer lugar, esa economía próspera se funda en la extensión del sector nacionalizado, para rehacer las industrias competitivas, tanto en el sector clásico (textil o aceros) como en el de la tercera revolución industrial (telemática, microprocesadores). Y, por fin, crear una planificación selectiva y democrática, que será un instrumento de transparencia incomparable, dado su aspecto de «estudio del mercado generalizado», y será también un útil indispensable de concertación. Y, esto último, sin perder de vista que el plan es un instrumento y no un fin en sí.Las primeras medidas del plan económico socialista, a partir de hoy mismo, y que se desarrollarán durante las cuatro, semanas venideras que preceden a las elecciones legislativas, son de orden social. Mitterrand tiene que cumplir sus promesas: aumentar los salarios más bajos, tanto de los empleados como de las clases más desfavorecidas. Este será el resorte que desencadene el proceso de su primer proyecto especifícamente económico: reconquista del mercado interior. La estrategia giscardiana era la contraria en su esencia: competitividad cara al exterior. Estas dos nociones de la evolución económica del país modifican todos los esquemas en teoría. Mitterrand pretende crear «una economía de libertad, pero de libertad para todos: libertad de iniciativa, libertad de competencia, libertad para las componentes sociales a la hora de concluir acuerdos». La economía giscardiana se fundaba en una mezcla de liberalismo y de dirigismo. La miterranista quiere crear una dinámica que empareje «el plan y el rnercado».

Esta filosofía económica intentará traducirse de manera coherente en el interior y a nivel de relaciones econórnicas internacionales, y también específicamente comunitarias.

En el marco nacional, dos innovaciones serán dominantes en la medida en que se realícen tal como prevén los técnicos mitterranistas: nacionalizaciones y planificación.

Nacionalizaciones: se trata de varios grupos industriales de vanguardia y de la banca privada. Las ,nuevas nacionalizaciones incrementarán en un 5% ese sector nacionalizado. Esas cifras son las que evidencian los socialistas para rechazar la naturaleza colectivista de su proyecto. Las bancas susceptibles de nacionalización equivalen al 20% de los depósitos totales de la clientela (cerca del 50% ya fue nacionalizado por el general Charles de Gaulle). No serán incluidas en el sector público las bancas mutualistas (crédito agrícola, bancas populares), que representan el 40% de los depósitos.

Planificación: «No se trata», explica Delors, «de reemplazar el poder de un jefe de empresa por el de un funcionario. El plan es un instrumento de coherencia en un universo aleatorio, de selección de grandes proyectos. Esto es preferible a navegar a ojo, como ha hecho el Gobierno anterior».

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