Defensa de la democracia
(...) La medida más inmediata y urgente es crear un clima de credibilidad en torno al proyecto democrático. Porque la democracia no es un mal que hay que soportar, sino el mayor bien cívico posible. La democracia supone la convivencia pacífica de todas las opciones que aceptan unas reglas del juego. La democracia no es un regalo que otorga un ser mágico que vive fuera de la sociedad, sino es la suma de esfuerzos personales y colectivos de los distintos grupos y partidos que defienden sus opciones por la vía del derecho, del diálogo y de la racionalidad. La democracia supone también un aprendizaje largo y difícil, sobre todo en un Estado como el nuestro, que ha vivido cuarenta años en las cavernas de la dictadura.Hoy más que nunca, y pese a los embates que sufre la causa de la democracia, creemos que el mejor esfuerzo que se puede hacer por este país es profundizar en la democracia desde el esfuerzo pacífico y solidario de todos los grupos y todos los hombres, y así construir una sociedad más justa y más igualitaria. En el caso de las autonomías, facilitando a cada una de ellas sus propios mecanismos de autogobierno. Aceptando que muy pocas veces en tiempos de paz el pueblo vasco ha tenido un techo autonómico legal tan alto, no se puede olvidar que en la práctica ha existido, por parte del Gobierno español, una campaña de recelos y prejuicios que dificultan que el Estatuto de Gernika sea una realidad más cuajada. Y hay que exigir por darle todos sus contenidos, porque la defensa de la democracia va más allá del verbalismo y de las buenas intenciones. La democracia, fundamentalmente, se construye con hechos concretos y desde el respeto de las normas constitucionales.
, 8 de mayo
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