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ELECCIONES FRANCESAS

La doctrina gaullista inspira la política exterior de Giscard y Mitterrand

Como en materia de defensa, la política exterior de los dos candidatos a la Presidencia de la República Francesa está impregnada por los temas y conceptos que impuso el general Charles de Gaulle durante la década de los años sesenta. El papel que debe jugar Francia en el mundo, las relaciones Este-Oeste, la cooperación con los países del Tercer Mundo, con los africanos en particular, y la construcción de la Comunidad Europea -temas fundamentales de los programas desarrollados durante la campaña- enfrentan a Valéry Giscard d'Estaing y a François Mitterrand, pero más sobre las formas que sobre lo sustancial.Toda la filosofía de la diplomacia de los dos candidatos emana de su versión de la grandeur francesa. Giscard, a partir de su teoría del mundialismo, estima que Francia debe basar su papel diplomático en una toma de conciencia inicial: Francia es una potencia media. Mitterrand, puede decirse, prefiere que Francia sea «el último de los grandes».

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La política de distensión continúa siendo el fundamento de la acción de la política exterior giscardiana. A pesar de todas las críticas a su «complacencia» con la Unión Soviética, Giscard estima que la política de distensión no tiene alternativa posible, a pesar de todas sus imperfecciones. El diálogo para el presidente candidato «no quiere decir complicidad», y por ello continuará dialogando con Moscú. Mitterrand defiende la misma causa, pero dice que será más severo con la URSS.

Giscard y Mitterrand tampoco difieren gravemente al plantear sus eventuales relaciones con Estados Unidos: el presidente ha saludado la elección de Ronald Reagan y desea «una Norteamérica fuerte que ejerza plenamente sus responsabilidades internacionales, aunque nosotros ejerceremos también las nuestras». El candidato socialista está dispuesto a mantener «buenas relaciones con los norteamericanos, pero no aceptará que quieran destruir el Mercado Común ni que pretendan compensar a Afganistán con Nicaragua o El Salvador».

En materia de construcción europea, Giscard es uno de los paladines de las actuales orientaciones de la Comunidad Económica Europea (CEE), y se manifiesta satisfecho. Su programa preconiza reformas que afectan a la política agrícola común, «piedra angular de la Comunidad», y la consolidación permanente de la colaboración franco-alemana. La adhesión española figura en sus proposiciones a los franceses y mantiene la postura ya conocida: retraso del ingreso hispánico hasta que no se resuelvan los problemas agrícolas y presupuestarios de la Comunidad.

De manera explícita, Giscard sería favorable a la creación de una fuerza de defensa comunitaria. Mitterrand, por su lado, quiere defender a toda costa la construcción europea: el progreso de esta última es el «preámbulo indispensable a toda mejora de las relaciones internacionales». Defiende igualmente la política agrícola común, se felicita «porque Giscard ha adoptado mi punto de vista sobre la adhesión española», y no cree que por ahora sea prudente hablar de una fuerza de defensa de la CEE. Sus relaciones con la República Federal de Alemania serían «cada vez más estrechas, pero excluyo un eje París-Bonn».

Los diálogos giscardianos

La política exterior de cara al Tercer Mundo, y más particularmente con Africa, enfrenta a los dos candidatos. Giscard continúa promocionando sus diálogos «inconsistentes», según opinan todas las demás fuerzas políticas: diálogo «Norte-Sur», «diálogo a tres» entre los países árabes de Oriente Próximo, Europa occidental y Africa, y la intensificación de la cooperación con las antiguas colonias de Francia en el continente africano. A estos últimos países, Giscard sigue prometiéndoles ayuda militar conforme a los tratados en vigor. Mitterrand enfoca su diplomacia en este sector de otra manera. Para el candidato socialista, el no desarrollo de los países del Tercer Mundo es consecuencia directa de los mecanismos económicos mundiales.En principio, las relaciones bilaterales franco-españolas no cambiarían sustancialmente, pero el renovado Giscard que saldría de la dura prueba a la que está sometido o un Mitterrand jefe de Estado intentarían algo para mejorarlas.

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