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Tribuna:Contradicciones en la versión de Tejero sobre el golpe
Tribuna
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Atribuir la promoción de Armada al favor real es una infamia

Las declaraciones sumariales del teniente coronel Tejero (véase EL PAÍS, 1-5-1981), uno de los vértices de la conspiración golpista del 23 de febrero, ofrecen una versión de los hechos sesgada por los intereses personales de su autor y encaminada a su propia defensa. La experiencia acumulada en el comportamiento del citado Tejero con ocasión de la causa instruida sobre la operación Galaxia permiten evaluar la escasa credibilidad que puede merecer esa fuente.Faltando a la verdad, Tejero declaró en la Galaxia que no se había entrevistado con el coronel Quintero, pero la justicia pudo demostrar fehacientemente lo contrario, dejando en claro el valor que debe concederse a la palabra empeñada por el teniente coronel reincidente golpista.

En sus declaraciones sumariales hay algunos extremos que ofrecen perfiles sarcásticos, incluso para los lectores con conocimientos muy elementales de la cuestión. He aquí una enumeración sin ánimo exahaustivo.

Las afirmaciones comprometidas, atribuidas a Milans

1. Todas las afirmaciones comprometidas son endosadas por Tejero al teniente general Jaime Milans del Bosch, y especialmente las que pretenden crear la imagen de la implicación del Rey en la trama conspiratoria. En este caso también busca la apoyatura de palabras atribuidas al general Alfonso Armada.

2. Tejero adjudica a Milans la indicación de que «la operación se congelaría hasta tanto no fuera nombrado el general Armada segundo jefe de Estado Mayor del Ejército, cosa que el Rey esperaba, y poder vencer la rabiosa oposición de Suárez». En realidad, hasta su pase a la situación B, el 23 de enero de 1981, al cumplirla edad reglamentaria, el puesto de segundo jefe del Estado Mayor del Ejército es tuvo cubierto por el general de división José Martínez Jiménez. La caracterizada posición de Martínez Jiménez asiduamente cultivado por hombres como Antonio García López, su buena preparación profesional y su mando efectivo frente a las apariencias del teniente general Gabeiras, habían inclinado el criterio del ministro de defensa en favor de un relevo, pero, como en otras ocasiones, se prefirió esperar a que el automatismo de la edad se cumpliera sin otorgarle el ascenso.

En cuanto al nombramiento del general Armada -al que se opuso el presidente Suárez- para ese puesto, el anterior titular de Defensa se dejó ganar por el parecer de Gabeiras, que hizo valer su deseo de tenerle como segundo. El decreto confiriéndole ese destino de segundo JEME se publicó en el Boletín Oficial del Estado el 4 de febrero y lleva numeración 156/1981 y fecha de la víspera con la firma del ministro de Defensa, Agustín Rodríguez Sahagún.

A tenor de la ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado, las situaciones que afectan a los oficiales generales son competencia del Consejo de Ministros. En las referencias de los Consejos anteriores al nombramiento, celebrados los días 23 y 29 de enero -fecha de la dimisión de Suárez-, no incluyen ese acuerdo. Se ignora en qué momento el Consejo conoció y aprobó ese nombramiento. Sahagún, cuya capacidad de equivocarse ha alcanzado cotas históricas, ha reivindicado para su exclusiva responsabilidad la promoción de Armada a segundo JEME. Apuntar como causa el favor real es una abierta infamia.

3. La pega aducida por Tejero para llevar a cabo la operación de asalto al Congreso y secuestro del Gobierno y los diputados es indicativa del rigor de los golpistas. « El viernes por la tarde se da permiso de fin de semana a la fuerza y no sé las que yo podría reunir», son las palabras del teniente coronel sedicioso.

Particular sentido de la disciplina

4. Resulta sensacional que el particular sentido de la disciplina en que se basa Tejero le llevara a sacar la pistola ante la presencia de su director, el general Aramburu. El testimonio de testigos más seguros permite establecer como más exacto el diálogo q u«e fue narrado por el ministro de Defensa en el Pleno del Congreso de los Diputados del 17 de marzo. Tejero dijo a quien le conminaba a rendirse «que estaba dispuesto a todo y que antes de entregarse mataría al general Aramburu y luego se pegaría un tiro».

5. La historia de los autobuses tal como aparece contada por Tejero en el sumario es sorprendente. Con cuatro pagas adelantadas, cuya cuantía puede establecerse con facilidad, y algunos ahorros procedentes de la herencia de un familiar, de los que podría informar la abogacía del Estado, redondeó tres millones de pesetas. ¿Es creíble tal osadía económica en el padre de familia que tiene a su cargo mujer y cuatro hijos, sin otros bienes de fortuna? ¿Una mujer de las características acreditadas por la esposa de Tejero, Carmel Díaz Pereira, podría ser mantenida en el engaño de la compra de una pequeña finca para tapar los poderes que debía otorgar al letrado De Gregorio? ¿Por qué se dio a efectos del contrato el domicilio social de Guzmán el Bueno, 110, sede de la Dirección General de la Guardia Civil?

6. Ese coronel Manchado, al que Tejero presenta en sus declaraciones corno «no muy convencido de lo que se le decía y remiso desde un primer momento a hacer lo que el teniente coronel le pedía, no duda en convocar una revista de armamento para trescientos guardias civiles a las 16.30 horas de aquel lunes». Y antes, a las dos de la tarde -según precisa el informe Oliart-, ordenó al cabo primero José García de la Torre que con los conductores necesarios se trasladara a una nave industriaben Fuenlabrada y condujese al parque seis autocares allí estacionados.

Además, cuando el general Aramburu tomó contacto telefónico con el coronel Manchado para inquirir pormenores sobre sus primeras informaciones, el citadojefe contestó que había ordenado el desplazamiento de la fuerza porque le habíap comunicado que eran órdenes del propio director y del general Armada. Aramburu aclaró que tal comunicación era falsa, le recriminó y le ordenó que se trasladara al Congreso para retirar la fuerza a las órdenes de Tejero. Ese mismo coronel Manchado, no muy convencido y remiso, se negó a cumplir las órdenes del mando.

El asombroso embarque en defensa de la Corona

7. Al llegar al momento en que el coronel Manchado y el capitán Abad se dirigen a los guardias formados para la revista de armamento, el relato sumarial de Tejero adquiere notas asombrosas. ¿Quién puede pensar que van a embarcarse trescientos guardias civiles a las órdenes de Tejero en una acción arriesgada «por España, por la Corona y por la democracia»? El propio Tejero tiene confesado en el sumario su condición nomonárquica, y sobre sus sentimientos hacia la democracia, ni el más analfabeto de los espanoles albergaba duda alguna después de su operación Galaxia. ¿No resulta más verosímil la narración de Oliart, según la cual se pidieron voluntarios para una acción antiterrorista? Las palabras de Manchado fueron aproximadamente que «encontrándose España en unos momentos difíciles, había llegado la hora de salir la Guardia Civil a la calle para dar la cara».

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