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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Un Papa socialrealista

Wojtyla ha habládo en el Vaticano, ante treinta mil persónas, sobre « los problemas éticos que afectan al mundo del arte». Naturalmente, la ética artística, para el Papa no está en la relación dialéctica del arte consigo mismo y con la sociedad, ni en el arte de denuncia tipo «Y luego dicen que el pescado es caro», ni siquiera en la privatización elitista del arte por coleccionistas, especuladores y abogados de Dalí. (Tierno Galván acaba de denunciar ese elitismo, por lo que se refiere a los bibliófilos de lujo, en reciente almuerzo que hemos tenido con los libreros de viejo.)No. Los problemas éticos del arte, para el Papa, se reducen, como era de esperar, a uno solo, o más bien. dos: los glúteos de las señoritas. Estamos tedíosamente acostumbrados a que ética, para la Iglesia, no sea sino moral sexual. El Instituto Nacional de Hidrocarburos, un suponer, reciente vivero de cargos postfranquistas, no es un problema ético para la teología. La teología no ve obscenidad en los hidrocarburos. Ocurre, según el Papa, que la cosa ética «ímpone límites que no se pueden rebasar al tomar el cuerpo como tema del arte, si no se quiere caer en pornografia».'Lo escandaloso de la noticia no es, na turalmente, que el Papa tenga un criterio restrictivo respecto de las señoritas, y su organismo, cosa que me parece obvia dentro de las costumbres de la Iglesia. Lo escandaloso es que el Papa reduce la consideración del arte al realismo social, al socialrealismo soviético, cuando habla de la reproducción pictórica del cuerpo. Hace casi un siglo, desde Braque, el arte ha renunciado a reproducir nada. Wojtyla es que no se orienta. El Kremlin y el Vaticano son socialrealistas. Como era de esperar, las Iglesias se tocan.

«No puede olvidarse -ha dicho el Papa- que el realismo artístico no está fuera de la moral, sino que ha de ajustarse a la verdad integral del cuerpo». Puro y mero socialrealismo soviético. Este Papa -nos lo temíamos- es rojo. Ignora que el realismo, efectivamente, no es que no esté fuera de la moral, sino que está fuera de la moda. Parece, todo el rato que Wojtyla está hablando de Revello de Toro. He presentado con Andrés Amorós la comedia de Manuel,Puig La mujer araña, que hacen José Martín, Juan Diego y García-Sánchez. He subrayado el proceso dialéctico por el cual la cultura lúdica de uno de los personajes va corrompiendo / enriqueciendo la cultura dogmática y revolucionaria del otro. Es la dialéctica placer / revolución que mueve hoy el mundo. Wojtyla, con su estética de ropero de caridad, y su cabeza visible entre el lumpen, Walessa (que declara no haber leído jamás un libro), se ve que no se orientan al respecto. Acabo de firmar contrato para escribir una novela erótica, advirtiendo como primera cláusula que no voy a hacer realismo, pues el realismo erótico es pornografía para evacuatorios ferroviarios. Como diría Paul Morand, «esas grandes pasiones que sólo se dan en los trenes de cercanlas».

Tengo cena con mi querido Juan Garrigues y le voy a decir que les diga a los rusos, hombre, él que se codea, que el Papa se ha vuelto socialrealista, como ellos. Les va a dar una alegría, porque en el fondo son buenos. También tengo cena con Pinto Coelho, que vive en un palacio que es un cruce de, museo, antiqué, y sacristía de catedral. Le voy a conminar para que expurgue sus tesoros artísticos de todo lo que no se ajuste a la verdad socialrealista y vaticana del glúteo.

Asisto a un «estreno» de Calderón. Los clásicos no son más que ripio y encaje antiguo. Calderón y Lope inventan el vodevil con ropa. Taida Urruzola hereda el vodevil en paños menores. En el intermedio me besan la Espert y la Cantudo: dos gloriosos desnudos integrales en escena. Del cubismo a Clavé, nos hemos desentendido de glúteos socialrealistas. Wojtyla condena una cosa que ya no hay.

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