_
_
_
_
Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Areilza

Entre la informática y los enchufes de RN, José María de Areilza me recibe en su casa de Aravaca, con una gran tinaja en la puerta y un laberinto de saletas y salitas en el interior del chalé.-¿Cómo está usted de sus faringitis, Umbral?

-Faringítico.

-Me ha gustado mucho su artículo sobre Josep Pla. Pla era gitano, yo creo, como el francés Laval, que se enorgullecía de ello. Pla tenía más de gitano que de ampurdanés.

-Bueno, yo siempre le encontré una cosa orientaloide.

-¿Sabe usted lo que le dijo a Cambó, Umbral? «Le he visto a usted equivocarse demasiadas veces como para estar con usted. Y cuando Cambó le ofrecía no sé qué cargo: «Vuelve usted a equivocarse, señor Cambó».

El conde de Motrico, a quien siempre he visto como un personaje del mundo de Guermantes a la madrileña (con Luis Escobar y pocos más, o sea, la derecha no ágrafa), me dice que efectivamente Giscard gobierna un poco a lo Luis Felipe, y me desconcierta enorgulleciéndose de lo más secundario y olvidado de su biografía:

-Porque sepa usted, Umbral, que yo soy ingeniero agrónomo.

Un esnobismo muy Proust. Hoy, Areilza es actualidad porque el 11 de mayo puede ser elegido para el Consejo de Europa, lo cual, aparte galvanizarle políticamente en el interior, volvería a convertirle en el mejor vendedor de España (de su España) por el mundo. Hablamos del diario íntimo (y tan público) que llevó y publicó siendo ministro de Asuntos Exteriores, cuando era uno de los tres mosqueteros de la primera hora transicional. Es un libro que a mí me gusta mucho, por lo rápido y directo. En su día escribí sobre él.

-Lo redactaba de cinco a siete de la mañana, sobre la marcha, y me reprocharon haberlo publicado antes de tiempo.

-Los buenos libros siempre se publican antes de tiempo, siempre se anticipan, querido conde.

El reproche que yo tengo que hacerle a Areilza es que la España hermosa, democrática, abierta, progresiva, que él sabe vender por el mundo no se corresponde quizá con la España interior que él hubiera hecho, de tener el poder en algún momento. En todo caso, me parece un político desaprovechado, exportable (de los pocos), que se inventó para el rey Juan Carlos aquello del « motor del cambio ». El me habla del rechazo mutuo, casi epidérmico, entre Suárez y Giscard. Yo pienso que el mismo rechazo recíproco debía darse entre Suárez y él. Pero ahora que no está Suárez habría que reciclar esta figura, que está entre señor de Charlus sin pasión por los chalequeros y marqués de Bradomín de una derecha elegante, pensante, ¿estetizante? En todo caso, quedo para almorzar con él y Senillosa, que es algo así como su golfo de bien, su alter ego bohemio y pasota.

-Senillosa se levanta muchas veces a decir cosas que hay que decir y que yo no me atrevería o no podría decir.

-Usted es y ha sido muchas cosas, Areilza. ¿Cuál de los múltiples Areilzas le parece ahora, a esta altura de la biografía, que va en cabeza?

-Yo soy un político apasionado por el porvenir de España.

-La pasión de la derecha es el pasado, más que el futuro.

-Una derecha civilizada, moderna, responsable, tiene que ser progresista.

-Eso es que están ustedes enamorados secretamente de la izquierda.

Sonríe. «La más sutil dialéctica humana consiste en comprender y asimilar al contrario». Un perro mínimo ladraba a la puerta de tan espaciosa heredad. Demasiada finca para tan poco perro. Quizá demasiado político para tan poca finca política: la derecha civilizada.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_