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Crítica:MUSICA CLASICA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Ros Marbá se despidió de la Orquesta Nacional

Antonio Ros Marbá ha cerrado un capítulo de su biografía: el de director titular de la Orquesta Nacional. Por decisión propia vuelve al podio de la Ciudad de Barcelona y mantiene su puesto al frente de la Orquesta de Cámara Holandesa.Ros Marbá es una personalidad valiosa, interesante y más compleja de lo que a primera vista puede parecer. Se trata del único maestro que ha desempeñado la titularidad de las tres primeras orquestas españolas: Sinfónica de RTVE, Ciudad de Barcelona y Orquesta Nacional. En los tres casos demostró unas calidades musicales que cuajaron en magníficos resultados. Pero su segunda etapa madrileña ha sido, desde el punto de vista de una parte del público, conflictiva. Tanto, que el caso Ros Marbá merece la pena de ser tratado a fondo y con detenimiento, lo que haremos en estas páginas.

Teatro Real

Orquesta y Coro Nacionales. Director coro: José de Felipe. Solistas: J. J. Kantoroff, Enriqueta Tarrés, Zolia Muñoz y Gordon Greer. Director: Antonio Ros Marbá. 24, 25 y 26 de abril.

Hoy hay que señalar el gran triunfo de su último programa como director titular, iniciado con una transparente y poética versión de Zarabanda lejana y villancico, de Rodrigo, y continuando con el primer concierto violinístico de Serge Prokofiev. Obra de gran belleza, una de las que muestran mejor inventiva melódica del compositor ruso, tuvo en el violinista Jean-Jacques Kantoroff un protagonista de excepción. No es necesario detallar: cuanto pueda pedirse a un intérprete en su doble dimensión de músico y virtuoso lo posee Kantoroff, a partir de un sonido conmovedor. Ros y la ONE se identificaron totalmente con el solista hasta lograr una versión de primerísima categoría.

En la segunda parte ponía la ONE en sus atriles, por vez primera, Das klagende Lied (La canción del lamento), que estrenara en Madrid López Cobos, con la orquesta de RTVE, en abril de 1977, y en la forma inicial pensada por el compositor y modificada antes de su estreno. Es decir, incluyendo antes de los dos tiempos escuchados ahora -y normalmente- La leyenda del bosque.

Si conocer en su raíz las intenciones mahlerianas es tan interesante como señala Donald Mitchell, ya apunté, entonces, que no me parecía demasiado lícito enmendarle la plana a Mahler, que, por semejanza entre dicho trozo con los demás o por cualquier otra razón, lo suprimió siempre y decidió dejarla en sus dos partes, El trovador y Escena nupcial. El manuscríto de La leyenda del bosque quedó en poder de Arnold Rosé, casado con Justina Mahler, y fue su hijo, Alfred, quien en 1934, aisladamente, y en 1935, en el conjunto de La canción del lamento, resucitó el fragmento que, tras un nuevo sueño de 35 años, volvió a sonar en 1970, dirigido por Franz Brieff y luego es interpretado y grabado, por Pierre Boulez.

Consideraba Mahler a Das klagende Lied como su obra primera, en la que se definía su personalidad original hasta el punto de afirmar: «Los hombres no han aceptado todavía mi lenguaje; no tienen idea de lo que digo y quiero decir». Y, en efecto, tanto desde el punto de vista ideológico como desde el técnico, así como en lo tocante al especial concepto del tiempo, bien diferenciado de la duración, la obra -de 1880- nos sitúa en el atrio de todo Mahler: el de sus ciclos liederísticos con orquesta, el de sus sinfonías dramáticas, el de La canción de la Tierra.

Espléndida, en todo y por todo, la versión de Ros Marbá, la ONE y el Coro Nacional, así como la actuación de los solistas Enriqueta Tarrés, Zolla Muñoz y Gordon Greer. Todos contribuyeron a clarificar y poner en tensión esta música entre narrativa y teatral, cuyo punto de partida -en no pocas cosas- está en Wagner, pero cuyo resultado es plena y anticipadamente mahleriano.

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