Los socialistas desbancan a los seguidores de Marchais en el seno de la izquierda francesa
El presidente de la República y candidato actual, Valéry Giscard d'Estaing, desde que inició su primer septenato anunciando «Francia entra en una nueva era», fundó la estrategia de ese lema suyo en dos objetivos: debilitar al máximo el gaullismo y favorecer el declive en Francia del partido comunista. Alguno de sus colaboradores ha repetido que esos son los dos venenos que le impiden a Francia insertarse en el sistema político moderno que caracteriza a la mayoría de los países industrializados, en los que la alternancia es posible gracias a la insignificancia del partido comunista.
A primera vista, el resultado del domingo último, que cuantificó la representatividad de las cuatro grandes fuerzas políticas del país, parece haber respondido al planteamiento estratégico giscardiano, pero con matices importantes.Francia ha quedado dividida en dos bloques iguales. En este sentido todo parece seguir igual, como en 1974 o en las legislativas de 1978. Sin embargo, se ha producido una modificación profunda en el interior de esos dos bloques, y es esto lo que, en parte, confirma una evolución política gala que podría desembocar con el tiempo en una dinámica de corte sócialdemócrata.
El gaullismo, recuperado
En la mayoría gobernante, el gaullismo no se ha debilitado, como esperaba Giscard, pero la elección del domingo último apuntilló lo que quedaba de «esperpento» en esta fracción de la sociedad francesa, y ello en la persona de Michel Debré.El gaullismo vigente y aceptado por los franceses (disuasión nuclear, instituciones, independencia nacional) no sólo ha sido confirmado con el «buen papel» del chiraquismo, sino que el propio Giscard lo ha adoptado y constituye un vector esencial de su doctrina política.
El bloque representado por la otra mitad de la Francia de izquierdas también ha cambiado de naturaleza con lo que supone el hecho mayor del escrutinio de anteanoche: el fracaso del partido comunista. Por primera vez desde hace cerca de medio siglo, un Partido Socialista francés domina la izquierda y queda en condiciones teóricas de poder romper el «maleficio» que ha protagonizado la historia de la oposición gala desde que, en 1920, el congreso de Tours provocó la escisión socialista que dio origen al PCF: «Con los comunistas no es posible hacer nada, y sin ellos, tampoco».
Socialismo reformista
A partir de este momento, un PS reformista, sin la dictadura comunista, empieza a ser imaginable en Francia. Para ello sería necesario que Mitterrand fuese elegido el próximo día 10 de mayo. Y, en segundo lugar, que el tropezón histórico del PCF se confirme con el tiempo.En cualquier caso, la evolución del PCF en los próximos meses, el «ajuste de cuentas» que es previsible en el interior del partido y el destino que, por otra parte, le reserve a Mitterrand su batalla final frente a Giscard aportarán datos más seguros sobre el porvenir en Francia de una mayoría socialdemócrata que empezó a esbozarse aritméticamente el día 26 de abril de 1981.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.