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Londres volvió a vivir una noche de extrema violencia racial el pasado lunes

Andrés Ortega

En diversos barrios de Londres se volvieron a producir en la noche del lunes enfrentamientos entre policías y jóvenes negros, que se saldaron con cincuenta policías heridos, tres de ellos graves, y 107 detenciones en menos de una semana después de los acontecimientos de Brixton y ante una creciente crítica al nuevo proyecto de ley de nacionalidad, que la primera ministra de la India, Indira Gandhi, ha calificado de racista.

Los nuevos enfrentamientos se produjeron en un día festivo en el Reino Unido, concentrándose especialmente en la feria de Finsbury Park, al norte de Londres, y en Ealing y en Wanstead, al oeste y al este de Londres, respectivamente. Estos nuevos incidentes vuelven a ilustrar las malas relaciones entre la juventud de color y la policía británica, que empeoran especialmente en los centros urbanos, donde está concentrada la población de origen caribeño, trabajadores no cualificados en su mayoría, duramente afectados por el paro y los deficientes alojamientos, que ven en la policía el símbolo de una sociedad blanca contra la cual están resentidos.Se calcula, aunque no hay datos concretos, que la población de color originaria de la nueva Commonwealth y Pakistán (es decir, no incluyendo canadienses, australianos ni neozelandeses), es de unos dos millones de habitantes en el Reino Unido, es decir, un 3,5 % de la población británica, con un 40% de los integrantes de estas minorías étnicas nacidas en el Reino Unido, que esperan unos derechos y una igualdad racial de los que no siempre disfrutan.

El vandalismo que se ha desatado en los últimos días no puede resultar del todo» sorprendente dada la poco ortodoxa actuación de la policía, que, en muchos casos, acosa a esos jóvenes negros que no tienen nada que hacer porque están en paro. El desempleo ha subido en un 66% en el Reino Unido en el último año, pero el paro entre las minorías étnicas ha aumentado en un 88% en el mismo período. En un barrio londinense como Brixton, con unas minorías étnicas que representan el 29% de su población, más de la mitad de los jóvenes de dieciséis a veinticuatro años en paro forma parte de estas minorías.

Aunque en 1976 se aprobó una ley sobre relaciones raciales que prohíbe toda forma de discriminación, la realidad es muy otra. Estas tensiones raciales vienen favorecidas además por algunos prominentes políticos y grupos neofascistas, como el Frente Nacional y el Movimiento Británico. Ahora han de sumárseles también el polémico proyecto de ley sobre nacionalidad.

The Times of India, un periódico serio, comentó durante la reciente visita a ese país de Margaret Thatcher que «la primera ministra británica ha dañado más las relaciones raciales en el Reino Unido que cualquier otro líder de la posguerra». Algo con lo que, sin duda, estaba de acuerdo Indira Gandhi. Ahora, el Gobierno británico quiere recortar los debates sobre el nuevo proyecto de ley de nacionalidad cuando éste llegue al Pleno de la Cámara de los Comunes, lo que ha provocado grandes protestas por parte de la oposición laborista que califica de racista el proyecto.

Tres categorías de ciudadanos británicos

El proyecto de ley introduce tres categorías de ciudadanos británicos: en la primera se define a los ciudadanos británicos con pleno derecho a vivir en el Reino Unido. La segunda, para los ciudadanos británicos de territorios dependientes (es decir las colonias que aún quedan), presenta problemas para casos como el de Hong Kong o Gibraltar, aunque los gibraltareños sean miembros de la Comunidad Europea. La tercera categoría define a los británicos en el extranjero (asiáticos de Africa oriental y otros grupos). Ninguno de los ciudadanos de las dos últimas categorías tiene un derecho automático a instalarse en el Reino Unido.Margaret Thatcher ha indicado que el nuevo proyecto de ley vendría a limitar el número de Inmigrantes que vienen al Reino Unido, «un país con una densidad de población mayor que la de la India», añadió. Las leyes de inmigración británicas son sumamente duras y no concordaban ya con una ley de la nacionalidad que data de los tiempos del imperio británico.

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