_
_
_
_
Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Los huevos de oro

Según me cuentan unas señoras bien, hay una suscripción espontánea de señoras bien -¿otras o las mismas?-, aquí, en Madrid, para regalarle a Tejero un par de bolas ovoidales de oro macizo. Senillosa me cuenta que el maestro José Pla, cuando estaba hospitalizado, recientemente, escapaba del hospital y se reunía con él en algún lugar desconocido para saltarse a medias la ley seca. Entre whisky y whisky, Pla le dijo a Senillosa:-Querido Seni, noto que estoy viejo y me fallan las piernas, porque, si no me fallasen las piernas, habría ido a Madrid con una escopeta para enfrentarme a ese Tejero.

Del gran pintor Lucio Muñoz, mi amigo entrañable, que además me presta su bella gata siamesa, de mirada bizca y azul, como una princesa persa, para consolar el corazón solitario de mi Rojito, de Lucio, digo, lo tengo escrito todo, y poco hay que escribir después de la magistral crónica de Calvo Serraller, en este periódico, a la actual exposición del gran abstracto en Juana Mordó. Sólo que frente al testiculario aurífero de los Tejero se alza el lirismo humilde y artesano de los Lucio Muñoz, entre Zurbarán y el carpintero del barrio. Dos Españas, sí, qué le vamos a hacer, salvo intentar que la España pensativa, imaginativa, creativa, de los Lucio Muñoz llegue a persuadir a la España genesíaca y balística de los Tejero. Entre unos y otros, el coraje literario de un anciano genial, de un escritor singular, de un liberal moderado y lúcido: Josep Pla. Tejero, con trescientas visitas diarias -sospecho que siempre las mismas- en su prisión de Madrid, un envío diario de mariscos patrióticos y, ahora, en El Ferrol, Ferrol ya no del Caudillo, sino de Tejero, un jubileo bizarro que no tuvo Napoleón en Santa Elena.

Los huevos de oro, el tópico mal entendido, mineralizado, el honor nacional, territorial (cuando tanto territorio hemos entregado indolentemente a los yanquis, a los especuladores, a Banús), ese honor de duelo y retórica que Berlanga esperpentiza en su último filme. Mi gato está especialmente dotado y, pese a ello, se comporta de manera exquisita, cortés, como en un mudo ballet, frente a la dulce gata de Lucio Muñoz, cediéndola siempre el plato cuando se acerca a comer. Ser macho no es sólo una cuestión ovoidal o aurífera. Y mucho menos ser español. Las modernas de ahora, pasotas o no, saben que un español no es necesariamente un macho y, por supuesto, que un macho no es necesariamente un español. Se han dado casos hasta en Escandinavia de caballeros «marcados en la ingle con un fruto», como Miguel Hernández, que era un claro miliciano de rocío. En la calle del Comandante Fortea está el árbol más viejo de Madrid, «el Capitán», que tiene dos siglos, y a mí me ha echado sus dos siglos de sombra en los veranos largos y trágicos que allí viví. Ahora, el Ayuntamiento le está limpiando la carcoma. El árbol, macho y hembra, y concretamente este árbol, se nos hace metáfora municipal de cómo hay que entender la edad, el tiempo, el erguimiento, la dignidad, la fortaleza, la flor y el fruto. Los árboles mueren de pie, como dijo Casona. Cuántas formas de varonía más ricas, fecundas, pacíficas y genesíacas que la de entrar en un Parlamento de poderes inermes con doscientos hombres armados.

Pero aquí quienes todavía siguen demagogizando con «el oro de Moscú» insisten en acuñar el honor y la honra mediante elipses macizas en oro y por parejas. Nuestra sociedad, tan pudenda, tiene tabuizados, precisamente por eso, los órganos reproductores. Es el culto inculto a la genitalidad. Por un facsímil de El Sol veo que Milans del Bosch ya participó, con diecisiete años, en lo de Sanjurjo. Ahora el oro circula en iconografía testicular. Otras familias, más discretas, se lo llevaban en medallas a Suiza.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_