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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

¿Un espectáculo deportivo?

El espectáculo deportivo tiene como fin la recreación de los asistentes al mismo. Sin embargo, con demasiada frecuencia vemos cómo dichos espectáculos, lejos de producir el efecto lúdico deseado, degeneran en explosiones de violencia o cuando menos, generan peligrosas rivalidades susceptibles de desembocar en abierto enfrentamiento. ¿Por qué el fútbol deja de ser un deporte y se convierte en un espectáculo embrutecedor? No es posible hallar la respuesta al margen del contexto social en que se desenvuelve el fútbol.En este sentido, el hombre de la sociedad capitalista necesita descargar la agresividad que acumula cotidianamente a causa de la frustración inherente a su situación

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de alienación política y económica. El estadio se convierte así en el lugar que recoge la catarsis colectiva de violencia generada por el sistema social; el lugar que el poder proporciona a la masa adocenada para que descargue sus impulsos antisociales sin desestabilizar el orden constituido. En el estadio se permite un comportamiento que fuera de él resultaría inadmisible. Es el único lugar donde uno puede jugar a ser un animal sin ser tomado por loco. Allí, el hombre respetable, abnegado trabajador, honesto padre de familia, católico, apolítico e incluso un poco tímido, deja de serlo durante hora y media para convertirse en un ser irresponsable, deshumanizado y bravucón, capaz de cometer cualquier tropelía en aras de su venerado equipo.

La gran industria del fútbol produce un peculiar y abundante desperdicio: el hincha, ese hombre paradójico, tan sensible a la «injusticia» de los dictámenes del árbitro y, sin embargo, tan indiferente ante la injusticia social que presencia día a día; capaz de agredir salvajemente a un árbitro, de matar o dar la vida por el fútbol, y de no atreverse en su vida diaria a enfrentarse a la explotación económica o a la violencia institucional./

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