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Entrevista:

Renán Flores: "Las tan ponderadas relaciones entre España y America son un mito"

«Las tan ponderadas relaciones de España con los pueblos latinoamericanos son un mito; existen muy poco y en algunos casos ni existen nada. Más que el hecho de que no exista una política, lo que ocurre es que existe una política negativa». Así se expresa Renán Flores, secretario general adjunto de la Oficina de Educación Iberoamericana (OEI), organismo intergubernamental creado hace treinta años por España y que agrupa a dieciocho países de aquel continente.

La OEI uno de los escasísimos instrumentos de cooperación creados por el anterior régimen que demostraron alguna eficacia, está en trance de extinción por el abandono a que le tiene sometido la Administración española. Países como Brasil ya se han ofrecido como sedes permanentes de la Oficina.Ante esta situación, Renán Flores, escritor y periodista ecuatoriano, funcionario internacional y doctor en Derecho por la Universidad Complutense, ha querido alzar su voz de denuncia, recogida en la siguiente entrevista.

Pregunta. En los últimos años las declaraciones públicas hacían pensar en un relanzamiento, más realista y práctico, de las relaciones entre España y Latinoamérica. Usted no parece compartir esa impresión.

Respuesta. No se han producido más que viajes, discursos, cortesías, expresiones de buena voluntad y cordialidad. Luego no se materializan los propósitos y, llegado el caso, el Gobierno español ni siquiera cumple sus compromisos. La actitud de la Administración española es negativa y contraproducente.

Aparte de las iniciativas individuales, empresariales sobre todo, que tienen por escenario el continente americano (como podría tener el asiático si allí hubieran las mismas facilidades de comunicación y de idioma), no existe política española en América. Y no lo digo yo solamente. Un estudio del Banco Central, publicado el mes pasado, dice, por ejemplo: «En los últimos años, ni la sociedad ni la Administración han correspondido a las promesas ni compromisos asumidos por la Corona».

P. A su juicio, ¿a qué se debe esta actitud de la Administración española?

R. Sobre todo, al desconocimiento. Muchos de quienes ocupan cargos importantes carecen de lo que podríamos llamar la comprensión de América. Saben la geografía y han viajado por aquellos países, pero sin adentrarse nunca a fondo. Repiten los tópicos, sin calar en la realidad.

P. En el caso concreto de la OEI y de sus programas, ¿de qué manera se ven afectados por la situación?

R. Hasta extremos sumamente graves. La Oficina es el único organismo intergubernamental que une a nuestros países, y se financia con las cuotas de sus Estados. España, que es el país sede, se retrasa en el cumplimiento de los compromisos adquiridos, hasta el punto que pone en riesgo de que nuestros programas educativos tengan que ser interrumpidos.

Los efectos de esta postura son terribles. En 1960 existían en España casi 20.000 estudiantes latinoamericanos; a Finales de 1979, según datos oficiales, solamente quedaban 2.562. De seguir este ritmo, los profesionales de aquel continente utilizarán en las próximas décadas tecnología francesa, italiana, belga, norteamericana. Ahora mismo hay en Alemania 8.000 estudiantes latinoamericanos, a pesar del idioma.

Le daré más datos: en nuestro continente, y en labores educativas, docentes y culturales, Inglaterra gasta 18.000 millones de pesetas anuales; Italia, 10.000; Alemania, otros 10.000. Compare estos presupuestos con los ochocientos con que cuenta el Instituto de Cooperación Iberoamericana.

P. ¿Qué posibilidades objetivas existen de que la situación se resuelva?

R. En octubre de 1979, ante los delegados asistentes al IV Congreso Iberoamericano de Educación, el Gobierno español se comprometió a realizar una aportación de cien millones de pesetas para relanzar a la OEI. Hasta ahora, únicamente hemos recibido cuarenta de esos millones. No quiero exagerar, pero si en dos meses no se entrega la totalidad, la Oficina se vería en dificultades sin precedentes.

A esto hay que añadir otros problemas que exigen urgente solución. Nuestro edificio, formalmente donado por el Gobierno, ha sido invadido por la Universidad Nacional de Educación a Distancia; nuestro fondo documental, de una riqueza inimaginable, se pudre en los sótanos del Archivo Histórico Nacional por esa falta de espacio; nuestros funcionarios no reciben ninguna ayuda de tipo social por parte de la Administración.

Yo creo que la cosa ya no tiene remedio. Nos sentimos sumidos en la desilusión, la amargura y la desesperanza. No sabemos a qué puertas llamar y tenemos poca fe en las apelaciones públicas como esta. La burocracia es implacable; todo lo ahoga. Y lo picor es que, con esta actitud, España está contribuyendo a la filipinización de Latinoamérica; su deserción en aquel continente está facilitando la instalación de otras culturas, otras costumbres.

P. ¿Han pensando en recurrir al Rey?

R. Consideramos que él es nuestra última tabla de salvación. Solamente él puede entender a Iberoamérica y el papel que juega España. Y creemos que solamente él, igualmente, puede impedir que la OEI, después de treinta años de existencia, desaparezca o tenga que buscarse otra sede por la incomprensión de la Administración.

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