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El presidente Reagan vuelve a mejorar tras una ligera recaída

Las constantes del presidente Reagan vuelven hoy, domingo, a la normalidad, después ole una ligera recaída calificada de «habitual» por los médicos que le atienden en el centro médico de la Universidad Georges Washington.

La temperatura del presidente norteamericano, que fue sometido a una intervención el pasado lunes, poco después del atentado contra su vida, subió el viernes por la tarde a cerca de 39 grados, como consecuencia de una posible infección en la herida.Inmediatamente los médicos decidieron realizarle una broncoscopia, operación que consiste en la inserción de un pequeño tubo flexible por la garganta, con el fin de drenar el pulmón de coágulos de sangre y trozos de tejidos.

El doctor Benjamín Aaron, que operó el lunes a Reagan, manifestó a los periodistas que la subida de la temperatura era «una consecuencia normal en los pacientes que han sido intervenidos del pulmón», y añadió que, salvo imprevisto, Reagan podría regresar a la Casa Blanca a principios de la próxima semana.

Con el fin de combatir esa posible infección, los médicos han decidido reanudar la terapia de antibióticos administrada al presidente tras la intervención quirúrgica, y que le fue suspendida el miércoles a la vista de la evolución favorable en su estado de salud.

Aaron predijo que el presidente podría reanudar «una actividad limitada de trabajo en su despacho oficial dentro de unos diez días». En cuanto a un viaje a California para entrevistarse con el presidente mexicano, López Portillo, a finales de abril, el doctor Aaron se mostró cauto y manifestó que todo dependería del tiempo que tardase Reagan en recuperar sus fuerzas, aunque advirtió que la pérdida de sangre produce «un trauma muy serio». En Washington nada indica que puedan producirse complicaciones inmediatas en el estado de salud del presidente. El vicepresidente, George Bush, continúa despachando normalmente en su despacho oficial, en el edificio contiguo a la Casa Blanca, mientras que las figuras clave del Gabinete norteamericano en tiempo de crisis, los secretarios de Defensa y de Estado, Caspar Weinberger y Alexander Haigh, se encuentran en viaje oficial por el extranjero.

Entre tanto, el FBI ha confirmado que las balas que hirieron a Reagan y a dos policías en el atentado del lunes pertenecen a la categoría de explosivas, concretamente a una clase conocida en Estados Unidos como devastador. Aunque esta munición está destinada a estallar y expansionarse al chocar contra un cuerpo, ninguna de las tres lo hizo. Parece que la cuarta, que alcanzó al secretario de Prensa de la Casa Blanca, fue la única que se extendió al alcanzar el cerebro de Brady. James Brady, que fue sometido a una operación a vida o muerte en el mismo hospital donde convalece Reagan, se recupera lentamente, y aunque permanece en la Unidad de Cuidados Intensivos, su estado ha sido calificado de «menos crítico». Todavía con dificultad, Brady puede mover sus piernas, y ayer, sábado, contestó con toda coherencia a las preguntas de los especialistas, entre ellas una sobre cuál era su puesto de trabajo actual. «Secretario de Prensa de la Casa Blanca», contestó sin titubeo.

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