Lucio Muñoz: "Mis cuadros son como páginas de un diario íntimo"

Tras las exposiciones recientes en Madrid de varios representantes de El Paso -Antonio Saura, Manuel Rivera y Antonio Suárez-, ahora le toca el turno a otro pintor que formó parte de aquel mítico grupo: Lucio Muñoz (1929). Este artista inauguró ayer una nueva nuestra en la galería Juana Mordó. Mientras cuelga sus últimos cuadros -«más ascéticos y, a la par, más libres que los anteriores»-, dice observarlos como auténticas páginas de un diario intimo.No exponía Lucio Muñoz en Madrid desde el año 1977. Los cuadros que ahora expone, realizados durante ese paréntesis, hablan por sí solos de una disminución progresiva del protagonismo del material: en madera, para, en contrapartida, realzar la importancia del color.

El responsable de ese desplazamiento tiende a minimizarlo o, en cualquier caso, a no otorgarle categoría de ruptura: «Si evolución hay, sospecho que se da de modo casi imperceptible y siempre dentro de un mismo mundo. A decir verdad, no he trabajado con voluntad de cambio alguno, sino dejándome llevar, rehuyendo todo tipo de apriorismo estético. Lo que sucede es que esa espontaneidad, que en mí es habitual, seguramente o es insensible a las evoluciones íntimas, a los cambios personales, a cuanto acontece dentro de mí».

Dicho acontecer biográfico deja su huella en lo pintado: «Hay una estrecha relación entre mi vida y mi pintura. En el fondo, cada cuadros como una página de mi diario íntimo. De ahí que yo no pueda considerar mi obra pasada como simples testimonios estéticos, sino también como el reflejo, más o menos logrado, de las cosas que a tí me ocurrieron». Este es el reflejo del presente: «Hay menos relieve, una rigidez menor en el material, más pintura. O sea, ahora juego más con el cuadro, le dejo mayor libertad. Pero todo esto es una consideración posterior, jamás presente mientras pinto».

A propósito de Lucio Muñoz, escribe Aranguren: «Su capacidad normalizadora le permite detener la continua metamorfosis, y lograr así un producto externamente incorruptible». Contemplador de ese producto, el propio creador añade: «No soy un artista de cambios bruscos, seguramente porque miro mis cuadros como la respuesta estética inevitable a cada uno de mis instantes vitales. Pero, igual que uno reflexiona sobre su vida cotidiana, se va decantando, asimismo, lo artístico de joven, se hace hincapié en lo enérgico, para bien y para mal. A mi edad, en cambio, la ascesis se impone mansamente, al tiempo que se gana en libertad».

Desde esa libertad, Lucio Muñoz evoca el pasado, cuando el grupo El Paso abría una brecha en el lánguido panorama oficial de la pintura española: «Nuestra generación tuvo verdaderos motivos para enfrentarse con la anterior, que no era la real, pues se hallaba dispersa en el exilio, sino la que aquí hacían pasar por tal. Creo que nosotros logramos que la pintura española tuviese una proyección universal. Y para eso tuvimos que luchar seriamente, enfrentarnos a la mediocridad reinante».

De ahí que se sienta sorprendido del enfrentamiento actual, por parte de jóvenes pintores, con la obra de El Paso: «Prefiero pensar que se trata más de una voluntad de hacer ruido que de un verdadero enfrentamiento. Por lo demás, ojalá que ellos hayan hecho una obra más válida que la nuestra cuando alcancen nuestra edad. Por el momento, y sin ningún ánimo de polémica, debo confesar que en la joven pintura española falta oxígeno, alegría y coherencia».