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Problemas del Gobierno italiano para controlar el gasto público

Juan Arias

El Gobierno se encuentra con grandes dificultades a la hora de recortar, a los gastos de la Administración pública, los 1.500 millones de pesetas necesarios para hacer frente a las drásticas medidas tomadas los días atrás para frenar la inflación galopante.Por eso, la reunión del Consejo de Ministros anunciada para ayer se ha retrasado a finales de la semana pasada, mientras los comunistas han pedido formalmente que dimita el Gobierno, y el director del Fondo Monetario Internacional ha enviado una carta dramática al ministro del Tesoro en la que se dice: «Así Italia no puede ir hacia adelante ».

Es la primera vez que un Gobierno se ve obligado a tomar medidas de restricciones económicas verdaderamente impopulares y ningún ministro quiere cargar con el mochuelo. Y los partidos, en vísperas de unas elecciones administrativas muy importantes, temen enemistarse al electorado. Los comunistas han aprovechado para volver a plantear la cuestión de un nuevo Gobierno en el que la Democracia Cristiana pierda por fin, después de cuarenta años, la presidencia del Gobierno y la izquierda adquiera en el Ejecutivo un peso real y consistente.

Pero, al mismo tiempo, los comunistas no han puesto el problema de la desconfianza al Gobierno porque reconocen que el momento es grave y la solución de un recambio a la actual forma del centro-izquierda muy difícil.

Los socialistas, que apoyan a Bettino Craxi, secretario, general del partido, temen que el Gobierno pueda caer antes del importante congreso nacional convocado en Palermo para finales del mes que viene. Pero la izquierda del partido que se opone a Craxi empuja para que caiga el Gobierno precisamente porque «desea que el secretario llegue al congreso en una situación de debilidad.

Lo mismo ocurre en la Democracia Cristiana, que hoy convoca un importante consejo nacional, donde se espera que Amintore Fanfani, presidente del Senado, lance su candidatura como el hombre «nuevo» del partido. La izquierda del partido, que desearía comprometer de alguna forma a los comunistas en la actual crisis económica que golpea al país, para que les controle los sindicatos, se demuestra blanda con el Gabinete Foriani, mientras el grupo que desea entablar relaciones más sólidas con los socialistas en el inmediato futuro insiste en apoyar al actual Gobierno.

Lo cierto es que a los socialistas tampoco les es fácil presentarse a las próximas elecciones después de haber cargado sobre los hombros, del electorado unas medidas antipopulares y, según algunos, antisocialistas en materia de austeridad económica, que, por otra parte, contestan duramente los sindicatos.

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