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Rubert de Ventós cree que asistimos a "un renacimiento de la sensibilidad autoritaria"

La estructura actual de la familia provoca esta situación, según el profesor de Estética

Xavier Rubert de Ventós cree que hoy asistimos «a un claro renacimiento de la sensibilidad autoritaria», producto de la estructura actual de la familia. El profesor Rubert de Ventós, catedrático de Estética de la Universidad Autónoma de Barcelona y autor de varios libros, el último de los cuales es De la modernidad, hizo aquella afirmación en el curso de la conferencia que pronunció anteayer en la Fundación de Investigaciones Marxistas, de Madrid, con el título La sensibilidad de los años sesenta a los ochenta.

Según el resumen de Efe, después de señalar que el concepto de «sensibilidad autoritaria» tendría que ser redefinido, distinguiendo la «constancia en unas creencias o convicciones del tipo de motivo que haría cambiar a una persona de opinión», Rubert de Ventós recordó que el reflejo autoritario a cambiar la opinión existe precisamente ante un estímulo autorítario.La estructura familiar favorece en los hijos la sensibilidad autoritaria -aseguró Rubert de Ventós-, debido, por un lado, a la crisis del padre como transmisor de principios -cuya imagen de protector, al tiempo que tirano, es asimilada por el niño-, y, por otro, a que no se facilita una inversión emocional diferenciada -de los niños, «dejando al edipo funcionar a pleno rendimiento».

Xavier Rubert de Ventós definió las características de la sensibilidad de hoy y la evolución sufrida por los que, como él, fueron educados en la sensibilidad de los años sesenta. En este terreno, explicó hasta qué punto la crisis que atraviesa la cultura no es tanto consecuencia de la crisis económica como idéntica a ella; aludió al alcance y límites de la vanguardia que hemos vivido, y terminó con algunos comentarios sobre el arte y la sensibilidad actual.

Culto a "la diferencia"

Cree Rubert de Ventós que el culto a la diferencia está hoy acabando, por un lado, en mesianismo, y, por otro, en corporativismo. «La democracia», señaló, «ya desde Grecia, no era gobierno del pueblo, sino de demos, es decir, de los grupos de presión y chantaje social (la tecnoestructura, la Administración, sindicatos, burocracia, finanzas, etcétera), de los que siempre queda alguien fuera, que paga los costes de esas alianzas y que, si en un principio denunciaban el sistema, tienen hoy cuando menos la duda de constituirse ellos mismos en demos».Según Rubert de Ventós, la crisis intelectual tiene una analogía de estructura con la crisis keynesiana, que produjo en la economía un sistema de euforización de la demanda y terminó con el deterioro de los signos de llamada, en los que la gente acaba por perder la confianza.

Las vanguardias artísticas, dijo, por otra parte, tenían unos presupuestos románticos, según los cuales lo bueno era lo insólito; pero se llenaron de ansiedad al tener que responder a un fuerte mercado cultural autorreferenciado, y de ahí esa preocupación a priori de los artistas, por el curso que pudiera tomar su obra: como en economía, no se podía invertir, había que especular. La estética dejó de ser una concepción de experiencia, o un objeto a conocer, para pasar a ser un ente al que se había de acceder.

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