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Llenos absolutos en los recitales de Lluis Llach en París

El cantante Luis Llach «es una de las referencias esenciales de nuestro siglo». Así remataba el otro día su comentario el crítico de la más conocida revista cultural francesa Les Nouvelles Literaires, tras haber escrito: «Extraños estos poetas, que se podrian considerar limitados a un círculo de iniciación a causa de su lengua. Por el contrario, con irrisoria facilidad, alcanzan lo universal». En París ha sido citada elogiosamente la frescura que mantiene Llach, uno de los ídolos de los tiempos en que cantar en la capital francesa, cuando lo hacía un español, no sólo era un acontecimiento artístico.

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La regresión permanente

Desde hace diez días los comentarios semejantes se repiten en la capital francesa. Llach actúa diariamente en el teatro de la Villa. Sus mil y pico plazas, las escaleras, los pasillos, se abarrotan. Cada día, delante del teatro y en el vestíbulo, una hora antes del inicio del recital, de una hora de duración, ya aparecen pancartas, todas ellas con el mismo reclamo: «Se compran entradas». Lo que no fue posible averiguar es si Llach ha provocado el mercado negro.Dos espectadoras, interrogadas sobre las razones de este impacto del cantante catalán en un público que, en mayoría, no comprende el idioma, responden de igual manera: «Es algo que nos concierne, que nos sensibiliza de muchas maneras diferentes». Un español residente en París desde hace muchos años asegura: « Desde hace un cuarto de siglo, por lo menos, no se había conocido un éxito parecido de un cantante español en Francia, y ello, por razones esencialmente artísticas, que, además, no quitan nada al compromiso íntimo de la canción de Llach con su tiempo».

Diarios, semanarios, medios informativos de todas las ideologías y de todos los géneros, con esta actuación de Llach, han situado la nova cançó catalana en una órbita multinacional.

Llach, interrogado por EL PAIS en su camarín, se dice emocionado por todo lo que se ha venido encima, pero intenta dominarse: «Lo que más me impresiona es la gente, no por la cantidad, sino porque es nueva. Y, después, todas esas críticas tan elogiosas me asustan un poco. Alguna de ellas, sobre todo, me parece exagerada. Decir eso, tan enorme que han dicho de mí es algo así como el pasaporte para el otro mundo. Yo prefiero ser siempre un poco que empieza». ¿Qué significa para Llach esta resonante actuación? «Para mí, sin duda, representa un gustazo profesional que me permitirá, a mí y a mis compañeros, continuar haciendo un trabajo bien hecho».

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