Los indicadores económicos apuntan hacia la recesión en EE UU
La Administración que dirige el presidente Ronald Reagan continúa sumergida en plena batalla económica. Espera ganar la partida al Congreso con la aceptación de las grandes líneas generales del Presupuesto Federal para 1982, cuya estrategia de reducción del gasto público y reducción de impuestos debería estimular la economía norteamericana a medio plazo.
Por otra parte, las orientaciones para 1981 son otra vez pesimistas tras el anuncio de varios indicadores económicos correspondientes al pasado mes de febrero. La construcción de nuevas viviendas bajó el 26% y el conjunto de la producción industrial bajó también un 0,5 %, después de siete meses ininterrumpidos de escaso crecimiento.Por otra parte, en la frontera de las perspectivas inmediatas, la Administración Reagan afronta también situaciones de signo contrario. En lo positivo consigue convencer a Japón de la necesidad de una autolimitación de automóviles nipones hacia EE UU. En lo negativo, para el programa económico de Reagan se prepara una primera gran huelga nacional en el sector minero, ante la carencia de un acuerdo entre la patronal y los sindicatos para renovar los acuerdos salariales. Vuelve el espectro de una huelga general minera análoga a la vivida en 1977-1978, que duró 111 días, originando graves tensiones sociales y económicas.
Proteccionismo frente a Japón
La victoria de Reagan en el tema de importaciones de automóviles japoneses se gestó a nivel político entre Washington y Tokio, sin que ninguna de las dos partes precise todavía en qué porcentajes se reducirá la entrada de automóviles japoneses hacia EE UU. Ambas capitales evitan la terminología proteccionista, que puede originar a escala internacional este primer movimiento comercial entre japoneses y norteamericanos, del que Europa occidental podría pagar los platos rotos.Presionado por la industria automovilística estadounidense, cuyas pérdidas totales en 1980 sumaron casi 4.200 millones de dólares, la Administración Reagan esgrime la espada del proteccionismo frente a Japón para lograr una autolimitación voluntaria, como dejan entender las palabras del ministro de Industria y Comercio japonés, Rokusuke Tanaka, al aconsejar a los grandes del automóvil nipón una reducción de exportaciones hacia EE UU. Las exportaciones pasaron de 900.000 unidades a 1.900.000 en cinco años, cubriendo en 1980 el 26% del total de ventas de automóviles en EE UU.
El balón de oxígeno para la industria norteamericana del automóvil, gracias al frenazo de exportaciones japonesas, llega en un mal momento para la coyuntura económica general, a corto plazo.
La Administración Reagan espera enderezar esta situación gracias a su programa dei reducción del gasto público con importantes recortes en los sectores de ayuda social) y reducción del 30% de impuestos en tres años, actualmente en debate en el Congreso.
Pero la apatía inversora de las grandes empresas parece continuar, como demuestra la tendencia a la baja del crédito interbancario (prime rate), que, tras haber alcanzado el índice récord de 21,5 % el pasado mes de diciembre, se encuentra ahora en plena desescalada, situado en el 17,5 %, por el momento.
Los indicadores bursátiles en Wall Street se mueven también otra vez hacia la baja, después de haber rozado el índice 1.000 en el Dow Jones el pasado lunes. Mientras, el dólar, tras la espectacular subida de los últimos meses, pierde otra vez posiciones frente a las principales divisas europeas.
El actual año 1981 será quizá el año que marcará el cambio de rumbo para la economía norteamericana, pero no será todavía el año que concluya su balance con cifras positivas para EE UU, en opinión de la mayoría de analistas económicos.
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