Justicia y democracia
La noticia de que la Junta de Fiscales de Madrid rechaza un documento de adhesión a la democracia nos ha producido un gran Consuelo a los demócratas. No por el resultado en sí de la votación, que fue negativo, sino por poner en conocimiento público que, al menos, ocho de los miembros de la Junta, los que han votado a favor de la adhesión, son demócratas.Los que rechazaron el documento, diez fiscales, se ampararon en el artículo de la Constitución que reconoce el dereclio de los españoles a no manifestar su ideología. Pudieron haberse evitado la molestia, porque su ideología ya se puso de manifiesto al rechazar el documento: una ideología anticonstitucional que ellos suponen amparada por la Constítución.
Los fiscales democráticos, los ocho que díjeron sí, replicaron al argumento de los otros diez del no, que adherirse a la Constitución y a la democracia no es un problema de ideología, sino de cultura.
Durante muchos años, incluso después de la muerte de Franco, la Sala Segunda del Tribunal Supremo estuvo presidida por Adolfo de Miguel, colaborador de El Alcázar y abogado ahora de García Carrés. Da escalofríos pensar que durante años la máxima instancia en materia penal y de orden pláblico estuvo presidida por un fanático de extrema derecha.
Otro síntoma de la «independencia» del poder judicial.es que los «edictos» de los juzgados continúen publicándose casi en exclusiva en el diario de los ex combatientes, El Alcázar, un periódico que no muchos días antes del golpe de Tejero se preguntaba irónico: «¿Con cuántas divisiones cuenta la Constitución?»
Habría que preguntar a los señores de El Alcázar, dentro de la misma lógica, con cuántos votos cuentan.
Por eso decimos que no deja de ser una excelente noticia la de que las filas de lectores de El Alcázar empiezan a clarear dentro del poderjudicial, uno de los tres poderes de todo Estado de derecho./
abogado.
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