_
_
_
_
_

Sectores golpistas consultaron previamente sobre las posibles reacciones norteamericanas

Sectores golpistas consultaron el pasado noviembre con algún miembro del equipo Reagan, que desde el día 4 de aquel mes ya era presidente electo de Estados Unidos, la reacción que podrían esperar de la nueva Administración americana en el caso de un golpe militar en España.

La respuesta de los responsables americanos no habría contemplado la posibilidad de ayudas para la realización del golfo, pero tampoco descartado una colaboración en el caso de que se llevara a cabo con éxito. Las fuentes que han informado a El PAÍS ponen de relieve, con disgusto, la ambigüedad de esta actitud por parte de unos aliados que obviamente tienen amplia capacidad para desalentar decisivamente un intento de naturaleza golpista.Algunas consultas posteriores podrían haberse evacuado con ocasión del Prayer break fast (Desayuno de oración) organizado por el Congreso de Estados Unidos, que este año tuvo lugar a comienzos de febrero, con asistencia de personalidades de signo marcadamente derechista frecuentes colaboradores de El Alcazar.

Frente a algunas interpretaciones sobre el encuentro de los socialistas Enrique Múgica, Joan Raventós y Antonio Ciurana, alcalde de Lérida, con el entonces gobernador de la plaza y jefe de la división de montaña Urgel número 4, general Alfonso Armada Comyn, ha podido establecerse que Felipe González, secretario general del partido, fue informado de la entrevista al día siguiente y recibió un informe escrito de la misma.

Las conclusiones que el promotor del encuentro, Enrique Múgica, y el secretario general del PSOE deducían de los análisis del general Armada eran diferentes, por lo que se ha podido saber. Mientras el primero estimaba que la aludida necesidad de un Gobierno de gestión presidido por un independiente era una lucubración sin mayor alcance, para el primer responsable socialista quedaba claro que el general Armada se estaba ya postulando como presidente del Gobierno.

En la sede socialista de Santa Engracia se recuerdan otras ocasiones célebres por la desorientación que en torno al ambiente militar mostrara el encargado de coordinar los contactos y relaciones con el mundo castrense, diputado por Guipúzcoa, Enrique Múgica. Una de ellas fue precisamente el 18 de noviembre de 1978, en cuya madrugada había sido abortada la operación Galaxia, Múgica, interrogado al llegar sobre la situación en estas áreas de su competencia, no hizo referencía a la menor novedad.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

La perspectiva que cobran los hechos del 23 de febrero permite alguna aproximación analítica niás ajustada. Pueden distinguirse así tres situaciones militares diferentes: la que se daba en el Congreso de los Diputados, creada por los efectivos que obedecían a Tejero; la que intentaba crear en la División Acorazaba Brunete el general Torres Rojas, y la que impuso en Valencia el teniente general Milans del Bosch.

La heterogénea procedencia de los casi trescientos guardias civiles que el coronel Manchado reclutó para subir en los autobuses, prueba la dificultad insalvable que los golpistas tuvieron de comprometer una unidad orgánica al completo, lo que hubiera pr oporcionado a la acción una coherencia operativa de la que careció visiblemente.

Las dudas e indecisiones que inmovilizaron la División Acorazada Brunete, nacidai; de la resistencia que los cuadros de la división mostraron a quienes intentaron suplantar a sus mandos naturales, especialmente al propio jefe, general José Juste, arrojan también luz sobre la naturaleza del comportamiento militar.

Por último, en Valencia, el despliegue de la División Mecanizada Maestrazgo número 3 se llevó a cabo con exactitud porque respondía a órdenes procedentes inicialmente del mando legítimo y dictadas para su cumplimiento a los mandos naturales de unidades orgánicas.

Pasividad de la escolta del Congreso

En cuanto al teatro de operaciones del Congreso, de los Diputados, todavía no se ha dado soplicación alguna convincente sobre la pasividad de la veintena de policias nacionales que en aquella jornada del 23 de febrero tenían encomendada su custodia. Tampoco se ha hecho respecto al comportamiento de los casi ochenta escoltas de ministros y personalidades, todos ellos armados, y sorprendidos sin excepción por los asaltantes, carentes de órdenes, que sólo podrían ernanar en aquel recinto de la presidencia de la Cámara.Un dato revelador del insolvente proceder militar de Tejero es que gran parte de los efectivos que le acompañaron fuesen reclutacios con engaño y fueran ajenos a la misión para la que iban a ser utilizados.

Alguien tendrá que explicar también quién y por qué dio a Tejero, cuando todo lo tenía perdido diesde hacía muchas horas, y había empezado a ser abandonado por sus huestes, la oportunidad de componer un cuadro de aparente dignidad -con documento de rendición incluido-, poco menos que parangonable al de Justino de Nassau, ante Ambrosio de Spinola, cuando le entregó la ciudad de Breda el 5 de junio de 1625.

Está en la mejor tradición española, como lo prueban los pinceles de Velázquez y el texto de las Reales Ordenanzas, «la consideración y aun la honra del enemigo vencido». Pero Tejero no se había batido los días 23 y 24 de febrero en el campo de batalla. Se había limitado, como cualquier gángster al uso, a intimidar, con armas, a unos rehenes indefensos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_