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Washington está dispuesto a dialogar con Moscú sobre el control de armas nucleares

El ministro federal alemán de Asuntos Exteriores, Hans Dietrich Genscher, informará a finales de este mes a los líderes soviéticos de que la Administración Reagan, a pesar de su insistencia en reforzar la fortaleza militar occidental, está dispuesta a sostener conversaciones con Moscú sobre control de armas nucleares y no rechaza la idea de una cumbre EE UU-URSS.

Genscher, que ha regresado a su país después de un viaje de dos días a Washington, confirmó ayer en una entrevista radiada que las negociaciones entre Washington y Moscú sobre limitación de armamento nuclear de alcance medio, iniciadas en otoño en Ginebra, se reanudarán «muy pronto». En Bonn y Washington se cree que el diálogo entre las dos superpotencias puede reanudarse este verano.El Pentágono anunció el martes que Estados Unidos convocará a finales de este mes, en Bruselas, una reunión del grupo especial de la OTAN para discutir la puesta a punto de una política de negociación sobre la reducción de los arsenales de misiles nucleares de alcance medio que soviéticos y norteamericanos tienen desplegados ya, o piensan instalar, en Europa.

El secretario de Estado, Alexander Flaig, con quien Genscher discutió en la capital norteamericana sus próximos viajes a Varsovia y Moscú, ha declarado que EE UU y la RFA comparten los mismos. puntos de vista sobre los principales problemas internacionales, particularmente «los que amenazan la paz mundial». En una entrevista que publica el diario alemán Bild Zeitung, Haig considera que hay elementos positivos que los aliados deben discutir en el discurso de Breznev ante el 26º Congreso del PCUS.

El punto de vista alemán

El Gobierno federal alemán considera que el viaje de Genscher ha sido muy positivo, informa Julio Sierra. Washington ha dicho claramente que mantiene su apoyo al doble acuerdo de la OTAN -rearme europeo a base de nuevos cohetes de medio alcance y negociaciones con Moscú- y Bonn ha recuperado el lugar que le corresponde en la estima norteamericana. La democracia cristiana federal (CDU) ha «saludado» el resultado del viaje, aunque también ha aprovechado para atribuir al Gobierno social-liberal el tratar de someter a presiones de tiempo a los norteamericanos para que negocien con los soviéticos lo antes posible.Los comentarios de los analistas políticos alemanes ya no se refieren, como antes del viaje, a un «nuevo comienzo» en las relaciones germano-estadounidenses, sino tan sólo a un «nuevo espíritu». Los ministros Genscher y su colega norteamericano Alexander Haig se han intercambiado públicamente tal suerte de cumplidos personales que parece justificado hablar de nuevo clima.

Pero también Genscher se ha traído la «mala noticia» de una posible asistencia armamentista norteamericana a los rebeldes de Afganistán, el renovado deseo de Washington de que Bonn incremente al 3% real su presupuesto de defensa y la incógnita de la posición de Estados Unidos respecto del Tercer Mundo por lo que toca a una política de asistencia al desarrollo.

Divergencias

Los informadores alemanes destacan que, a pesar de la «plena identidad de criterios en las cuestiones fundamentales» entre los dos países, lo cierto es que se han orillado temas básicos, precisamente los más conflictivos: las armas neutrónicas ya están en la agenda de la Casa Blanca y la entrevista de Genscher con el ministro de Defensa norteamericano, Caspar Weinberger, partidario a ultranza del establecimiento en Europa occidental de este nuevo «arte de matar», fue solamente «satisfactoria».Para los partidarios de hacer un esfuerzo más en favor de la decaída distensión es de notar que, donde antes norteamericanos y alemanes ponían «distensión», ahora escriben tan sólo «estabilización de las relaciones Este-Oeste». Un diario de la RFA, el Suedwestpresse, comenta sin paliativos sobre esta visita: «Los americanos han escuchado a su principal aliado, y nada más».

Sobre otro de los puntos clave, el del apoyo por Bonn al movimiento de los países no alineados, Genscher ha encontrado «más flexibilidad de la que esperaba», según analiza el conservador Frankfurter AIlgemeine Zeitung.

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