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Entrevista:

"El sector público es una forma primitiva de socialismo"

El desarrollo del Estado del bienestar y la creciente importancia de la intervención económica del Estado durante el desarrollo capitalista de la posguerra tienen dos de sus más importantes teóricos, desde una perspectiva de izquierda, en los profesores Ian Gough, de la Universidad de Manchester (Gran Bretaña), y James O'Connor, de la Universidad de California en Santa Cruz (EE UU). Gough publicó en 1979 su obra La economía política del Estado del bienestar, mientras que O'Connor profetizó, ya en 1973, La crisis fiscal del Estado, que se haría realidad en la segunda mitad de los años setenta. Gough y O'Connor han estado en Madrid con ocasión del simposio organizado por la Fundación Hogar del Empleado, el pasado mes, sobre Estado y sector público.

Pregunta. ¿En qué medida, en su opinión, la ampliación del sector público constituye un avance hacia el socialismo incluso en las actuales sociedades capitalistas?O'Connor. Pienso que en los países de capitalismo avanzado coexisten el capitalismo, que lucha a la defensiva, y formas primitivas de socialismo. Esta es una lucha entre dos formas de vida y al mismo tiempo una lucha entre dos modos de producción.Las empresas nacionalizadas, por ejemplo, tienen muchos significados, pero uno de ellos es lo que se podría llamar socialismo primitivo, en el sentido de que representan una acumulación primitiva, una redistribución por la que los criterios del valor de uso se imponen contra los criterios del valor de cambio capitalista. Este no es un proceso irreversible ni carente de problemas, pero crea posibilidades para el socialismo.

Gough. El Estado es siempre contradictorio en los países capitalistas avanzados, e incorpora elementos de socialismo. Pero el carácter de la intervención económica del Estado depende, en primer lugar, de quiénes la originan (en parte el capital y en parte las presiones de los trabajadores), y en segundo lugar de quién controla las medidas y los aparatos a través de los cuales se lleva a cabo esta intervención. Esto supone un proceso de lucha continua por ese control. En Gran Bretaña, y probablemente también en Estados Unidos, la presión de los trabajadores ha sido muy importante desde la segunda guerra mundial, y ha creado derechos para los ciudadanos que en cierta medida son contradictorios con los derechos de propiedad del capital. Pero esto quizá no se puede generalizar a otros países.

P. En el Reino Unido y Estados Unidos la derecha se apoya en el Parlamento y el Congreso para intentar resolver la crisis fiscal de¡ Estado recortando el gasto público. Sin embargo, el profesor O'Connor piensa que la izquierda debe centrar su actividad política a nivel local, prescindiendo del trabajo parlamentario, al menos en Estados Unidos.

O'Connor. Mi tesis es válida para situaciones de capitalismo maduro, como las que se dan en el norte de Estados Unidos, pero el predominio de la derecha en el Congreso se apoya en los Estados del sur y el suroeste, en el Sun Belt. Los movimientos populares y progresistas están menos desarrollados en el Sur porque allí el proletariado está menos desarrollado. Pero en el Norte las luchas populares se centran ante, todo en las administraciones locales. En general las fuerzas progresivas no tienen ninguna representación a nivel nacional o incluso regional, porque es muy difícil obtenerla: Ron Dellums es el único marxista en el Congreso. También en Europa me parece que el Parlamento posee ante todo un poder simbólico, mientras que las decisiones reales se toman a nivel local. Por ello creo que ofrecen mejores perspectivas para la izquierda las actuaciones locales sobre cuestiones concretas.

Gough. Yo pienso que la situación es diferente en Europa, y especialmente en Inglaterra, donde existe un Estado mucho más centralizado, un movimiento obrero y sindical mucho más centralizado, y, como consecuencia, el sistema de asistencia social yotras fotrnas de intervención del Estado tienen un significado mucho más subversivo para las relaciones capitalistas que el que tienen en Estados Unidos. La derecha ha culpado de la crisis a la clase obrera Ya la expansión del Estado, y ha. conseguido incluso el apoyo de muchos trabajadores en el Sur. Por tanto, el trabajo dentro de los partidos y en el Parlamento es importante, aunque esto deba vincularse con las luchas locales y en el lugar de triabajo. En Inglaterra existen muchos planes, preparados por los trabajadores, para reconvertir industrias (por ejemplo, Lucas Aerospace) de una producción para usos militares a una producción de utilidad social. Pero estos planes serán sólo puramente, propagandísticos mientras no los impulse un Gobierno de izquierda. Este es sólo un ejemplo de cómo las luchas locales deben vincularse con la lucha a nivel nacional.

P. Sus explicaciones de la crisis parecen, básicamente neorricardianas: el origen de la crisis sería una mayor participación de los salarios en la renta nacional, a expensas de las ganancias.

O'Connor. Yo pienso que los movimientos sociales, las luchas obreras y sindícales, etcétera, han contribuido al nacimiento de la crisis. No creo que se trate sólo de la lucha por los salarios, sino también de las luchas en la producción, para disminuir la valorización de la fuerza de trabajo, de las luchas para aumentar el consumo. Yo diría que los neorricardianos tienen razón.

Gough. Sí se habla específicamente de neorricardismo, me parece que el término se introdujo en Inglaterra para designar a aquellos marxistas que rechazaban las teorías mecanicistas del derrumbe (por caída de la tasa de ganancia o por subconsumo) y hacían hincapié en la lucha de clases. En ese sentido somos neorricardianos. Quizá yo y algunos otros hemos subrayado demasiado la lucha por los salarios, en el campo de la distribución, subestimando la lucha en la producción, que es otro aspecto de la lucha de clases y crea también tendencias a la crisis.

P. ¿Cuál es su opinión sobre los limites de la ofensiva conservadora en el Reino Unido y Estados Unidos?

Gough. Creo que hay tres límites. El primero, en el campo de la acumulación, es que al reducir el gasto público y crear una deflación, se reduce la demanda, aumenta la capacidad no utilizada y disminuyen las ganancias: la crisis se agrava. El segundo, en el campo de la reproducción, es que se intenta expulsar al Estado de este campo, volviéndolo a dejar exclusivamente en manos de la familia. Pero no creo que esto pueda lograrse, porque la misma dinámica capitalista erosiona la familia y aumenta las presiones sobre el Estado. En tercer lugar, en el campo de la legitimidad política, que se reduceante la inseguridad provocada por la crisis y el paro, y a causa de la oposición de los trabajadores del Estado, que son un 20% del lotal. Pero dicho todo esto, lo cierto es que el keynesismo tradicional ya no sirve y que para. desplazar a los conservadores se necesita un planteamiento alternativo.

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