El pleito de los dos reales
Por un decreto (1.635/80), el Gobierno estableció el año pasado un recargo extraordinario de cincuenta céntimos sobre cada quiniela que se jugase entre septiembre de 1980 y junio de 1982. El dinero recaudado gracias a esta medida se destinaría a « financiar los gastos de inversión, a realizar por el Comité Organizador de la Copa del Mundo de Fútbol de 1982, en los terrenos de juego e instalaciones anexas en los que aquél se desarrolle, con arreglo al presupuesto aprobado a tal fin por el pleno del citado Comité».Ya habrá otra ocasión de valorar la mayor o menor arbitrariedad y cicatería con que se fueron cerrando los presupuestos de las obras exigidas a los distintos estadios donde se disputarán los encuentros del Mundial. El centro de nuestra preocupación hoy es otro: es el destino que vaya a darse a los dos realitos del referido recargo, una vez que se hayan alcanzado con su recaudación los 2.270.8 10.000 pesetas del presupuesto global aprobado por el pleno del Comité Organizador para la adecuación del conjunto de los campos donde se desarrollará el campeonato..
Porque el caso es que, al venirse jugando más y más a las quinielas en los últimos meses, la cantidad que indicamos se alcanzará sin duda mucho antes de la fecha tope del 30 de junio de 1982. En efecto, de septiembre hasta la fecha, media peseta a media peseta, estamos ya cerca de los 1.500 millones: al ritmo actual, el presupuesto a cubrir estará asegurado al cabo de unas pocas jornadas de la próxima ternporada.
¿Qué va a pasar, a partir de entonces, con los sesenta millones largos que cada semana proporcionan los cincuenta céntimos por columna, apostada?, ¿qué va a pasar hasta junio de 1982, pero, sobre todo, después, puesto que parece unánimemente descartado el que se rebaje el precio de las quinielas al cesar la vigencia del referido decreto 1.635/80?
Podría interpretarse que el propio decreto prevé la respuesta a esas preguntas al establecer en su artículo 4º que, «concluidas las inversiones a realizar con este recargo, el remanente del mismo se ingresará en el Tesoro ... »; pero resulta que esta solución no satisface a nadie y por doquier se,ofrecen alternativas, hasta por parte del mismísimo partido del Gobierno.
Los socialistas pensamos que la cantidad percibida por este concepto debe mantenerse y debe redundar -al menos por algún tiempo- íntegramente en beneficio de nuestro deporte. Hasta aquí coincidimos con otros, pero sólo hasta aquí. Porque lo incuestionable para nosotros es que si el producto del recargo debe destinarse a fines deportivos, estos fines han de suponer inequívocamente un beneficio para toda la comunidad.
De ahí que no estemos de acuerdo con los grandes clubes de fútbol profesional, ni con su Federación, cuando unos y otra plantean que con los dos reales hechos millones se pase a apuntalar sus economías, a menudo maltrechas. No nos parece de recibo el argumento de que son partidos entre esos clubes los que sirven de pretexto al juego de las quinielas. Por otra parte, es evi dente que dedicando el dinero en. cuestión a las entidades menciona das o. la Federación Española de Fútbol en nada, se corregirían las actuales deficiencias de nuestro de porte ni se facilitaría la práctica deportiva de los ciudadanos.
Tampoco estamos de acuerdo con lapretensión formulada por algunos profesioñales del fútbol en el sentido de que los cincuenta céntimos vayan a apoyar sus cajas de solidaridad o incluso el funcionamiento de sus asociaciones. Ni nos parece tener base seria su reivindicación ni la realización de ésta resolvería los problemas de los profesionales afectados, problemas a los que somos sensibles y a los que hay que buscar remedio, pero por cauces más eficaces. Ni, desde luego, con una medída de este estilo se beneficiaría el deporte;
No estamos, por último, de acuerdo con UCD, que ha precisado su posición en el Congreso de los Diputados Proponiendo que con los fondos referidos se financie «la construcción y mejora de campos de fútbol de los campeonatos nacionales y regionales de Liga». La alternativa que hace suya el partido del Gobierno nos parece sencillamente indefendible: para cualquiera que esté al tanto de la situación del sector, e incluso para cualquier ciudadano, es evidente que, ante las graves carencias de instalaciones deportivas que sufrimos, lo prioritario no puede ser de ninguna manera el construir «campos de fútbol de campeonato». Quizá fuera excesivo decir que de éstos hay ya bastantes; pero lo irrebatible es que, para hacer reafidad el principio recogido incluso en la Constitución de que, la práctica del deporte sea,u.n derecho al que debe tener acceso cualquier español, hay mucha más necesidad de piscinas, de gimnasios, de pistas polideportivas e incluso de campos de fútbol, pero de aquellos en los que, puede jugar cualquier aficionado de a pie.
La postura socialista ha quedado perfectamente matizada. Queremos que con los millones de los dos realitos «se construyan equipamientos deportivos de uso comunitario».
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