"The Times" sería rentable en Estados Unidos, según su nuevo director, Harold Evans
Harold Evans, a sus 52 años de edad, es uno de los periodistas británicos de mejor fama, y si cabía alguna duda, su nombramiento como director de The Times, a partir del 9 de marzo, viene a disiparla. Evans empezó su carrera periodística a los dieciséis años, «con la idea anticuada de que la Prensa podía hacer algo bueno». Posteriormente estudió periodismo en el Reino Unido y en Estados Unidos y fue durante cinco años director de The Northern Echo, un diario provincial. En los últimos catorce años ha sido director de The Sunday Times, periódico que, con su circulación de 1.400.000 ejemplares, se ha hecho un destacado nombre por la calidad de sus investigaciones.
Evans, evangelista de orígenes mucho más modestos que el director saliente de The Times, el católico William Rees-Mogg, es un hombre serio, agradable, directo e impulsivo. Está divorciado y tiene tres hijos. En su despacho, frío y desordenado, de The Sunday Times, habló a EL PAÍS de los problemas de la Prensa británica, «cuya mayor enfermedad son los costes innecesariamente elevados a causa de las restricciones sindicales, que han retrasado al menos diez años la introducción de la nueva tecnología» en el Reino Unido. «Esto significa que la gran mayoría de esta Prensa está amenazada de quiebra. Por supuesto, hay otros problemas, como la intrusión en la, intimidad de las personas, la precisión, etcétera, que no son peculiares de la Prensa británica». Así, indica Evans que «si The Times fuera producido en Estados Unidos, sería, seguramente, rentable».The Times, aunque es uno de los periódicos de calidad que menos vende en El Reino Unido, unos 300.000 ejemplares diarios, es, sin duda, el de mayor influencia, y para todo periodista británico es un honor dirigirlo.
Obligación de recoger lo rutinario
Para Evans, su paso a The Times es no sólo importante, sino que supone un cambio en la naturaleza del tipo de periódico a dirigir: « The Sunday Times es un periódico serio que dramatiza, teatraliza los acontecimientos». «Buen teatro, espero», añade, «en la tradición griega». The Times es «más sobrio y, siendo un diario, tiene mayor obligación que un dominical de recoger lo rutinario y también de explorar lo que no está en el orden del día de nadie». Siempre se ha descrito a The Times como un periódico de registro, y Evans no duda de su futuro. Naturalmente, encontrará problemas. Ya se han mencionado algunos, y el 15 de marzo la nueva tecnología empezará a funcionar en The Times, en lo que a producción se refiere, sin que tenga acceso a ella la redacción. Pero a esto se llega «gradualmente». También está la cuestión de la vulnerabilidad de las empresas británicas, consecuencia de la crisis mundial, y en el Reino Unido, de «la adopción de una estéril política económica llamada monetarismo».
Conservar el perfil de "The Times"
Pese a todo esto, Evans piensa que se debe, a la vez, conservar el perfil de The Times y aumentar el número de sus lectores. Esto podría suponer cambios fundamentales; pero, replica Evans, «The Times se quedará básicamente como está, con páginas dedicadas al Parlamento, a los informes jurídicos, las cartas de los lectores y con una amplia cobertura de los asuntos internacionales, esperando, por otra parte, aumentar el número de páginas y llevar a cabo un mayor despliegue de periodistas. También intentaré presentar de forma más incisiva las opiniones en los editoriales, previa consulta con mis colegas».Naturalmente, como quiere el nuevo propietario de Times Newspapers, el magnate australiano de la Prensa Rupert Murdoch, The Times tratará de atraerse más a la juventud y, para ello, Evans piensa dar «un tratamiento más intensivo» a los temas artísticos y científicos. También intentará resucitar la tradición de The Times (que ha hecho la fortuna de The Sunday Times) de publicar « investigaciones en profundidad».
El nuevo director de The Times tiene muy buenas palabras para Murdoch, lo cual no puede resultar sorprendente. «Los administrado res anteriores tenían muchas virtudes, pero fracasaron. Los nuevo son diferentes y traen consigo una enorme experiencia y energía Además, Rupert Murdoch es un hombre de ideas y de gran instinto». En esto se parece a Evans, lo cual podría crear problemas.
Evans se opuso, con un consorcio de periodistas, a la compra de Times Newspapers por Rupert Murdoch y, sobre todo, a que se mantuviera bajo la misma empresa The Times y The Sunday Times, periódico que prometió no abandonar nunca. Ahora, el nuevo director tiene muy buenas palabras para Murdoch.
En realidad, ¿quién manda en el periódico? En The Sunday Times, según explica Evans, su propietario, Roy Thomson, no intervino nunca en el contenido del periódico. «El director jefe, y representante del propietario, sir Denis Hamilton, sí tuvo discusiones conmigo; pero mis discusiones a diario son con la redacción. Al final, práctica y legalmente, el director es el que tiene que tener la responsabilidad, y deploro la idea de que ésta pueda estar diluida. Tiene que, tomar en cuenta los puntos de vista de la redacción, de los propietarios, de los lectores, pero, sobre todo, tiene que hacer caso a la verdad ya la tradición del periódico. Todas estas influencias vienen a converger en un punto único, un director profesional».
Secreto excesivo
Cuando estuvo al frente de The Sunday Times, Evans quiso publicar un artículo sobre los efectos adversos de la talidomida. Algunas empresas farmacéuticas se opusieron y ganaron el caso ante un tribunal. Gracias a la intervención del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, el Gobierno británico se vio forzado a cambiar su legislación. Ahora se discute en el Parlamento de Londres un nuevo proyecto de ley sobre el desacato, que algunos sectores de la Prensa consideran muy duro. Para Evans, «la nueva ley representa una mejora frente a la antigua, aunque esto no hay que decirlo muy alto, pues; queremos que mejore aún más, Algunas personas leen en ella que: no se puede comentar en un periódico sobre el juicio de recurso», y Evans no cree que este sea el caso. El Reino Unido, aclara, «padece, no una actitud represiva por parte del Gobierno, sino simplemente una acumulación de decisiones legales en el pasado y unos usos; mentales que tienden a favorecer el secreto excesivo». A Evans le gustaría también ver aprobada una ley de libertad de información que viniera a cambiar la vigente ley de secretos oficiales, pues «una democracia moderna requiere un flujo de honesta información ... ; esto no facilita el gobierno de las sociedades modernas, y ahí están, por ejemplo, sus problemas en el País Vasco o los nuestros en Irlanda del Norte. El buen periodismo no puede resolver estas cuestiones, pero, sin él, sería más difícil resolverlas».Evans habló luego, preocupado, de España, pero alabó su Prensa, especialmente EL PAÍS, cuyo diseño le fascina. «Es un tributo a España y a su pueblo lo rápidamente que la democracia ha sido restaurada en España, y eso se debe en parte a la libertad de Prensa y de expresión». Comentando el golpe de Estado fallido en España, indicó que podía «comprender las frustraciones en torno al terrorismo, que siempre es una amenaza para toda sociedad democrática; pero, dicho esto, creo que fue el último espasmo de algo que se estaba muriendo», añadió, refiriéndo se al fascismo.
Si un grupo terrorista que hubiese secuestrado a alguien exigiera para su liberación que su periódico publicara algunos documentos o declaraciones, usted, como director de The Times, ¿lo haría? «Muy probablemente», contestó Evans de inmediato; «la línea dura de algunos gobiernos que se niegan a negociar con los terroristas es algo muy fácil. Yo tendría qué considerar las circunstancias. Si el publicar eso llevara a salvar la vida de alguien, lo haría probablemente ».
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