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La noche en que se secuestró la voluntad popular

El asalto a las Cortes, el tema más debatido por el "Gobierno de los secretarios"

Poco después de las ocho de la tarde del pasado lunes, la comisión permanente de secretarios de Estado y subsecretarios quedó constituida con el fin de asumir la gobernación del Estado y cubrir el vacío de poder creado desde el mismo momento en que todos los ministros del Gobierno con su presidente permanecían secuestrados en el palacio del Congreso. En el Salón Regio de la antigua sede del Ministerio del Interior, en la calle de Amador de los Ríos, número 7, alrededor de una treintena de altos cargos vivieron de una manera muy directa los acontecimientos que se desarrollaban en todo el país y adoptaron decisiones importantes que contribuirían a resolver favorablemente la situación.El intento de golpe de Estado había provocado la peor de las situaciones imaginables, pues había dejado al país sin Gobierno. No existía poder ejecutivo (el Rey no lo tiene atribuido por la Constitución, ni tampoco la Junta de Jefes de Estado Mayor).

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Para salvar la situación, a las 19.30 horas se dio la orden, que, al parecer, partió de la Zarzuela, de convocar a los secretarios de Estado y subsecretarios. Hasta bien pasadas las ocho de la tarde la comisión no quedó constituida, ya que fue lenta la incorporación de los convocados. Algunos se mostraban recelosos de acudir, por entender que se trataba de una encerrona para secuestrarles.

Los primeros en llegar fueron Robles Piquer (secretario de Estado de Exteriores), Terceiro (Presidencia del Gobierno), Aza (Presidencia del Gobierno), Diez Nicolás (Obras Públicas) y el vicealmirante Liberal (Defensa). Poco a poco se fueron incorporando los restantes, salvo el secretario de Estado para las Autonomías, que permaneció retenido en el Congreso hasta que finalizó el asalto al palacio. Al frente de los ministerios quedaron directores generales, que se fueron turnando a lo largo de la noche.

En el acto de constitución de la comisión permanente se decidió que la presidiera el director general .de la Seguridad del Estado, Francisco Laína, dado que el objetivo fundamental era precisamente el de asegurar la seguridad nacional. El papel desempeñado por Laína ha sido destacado unánimemente por los restantes miembros de la comisión.

La comisión estuvo en contacto continuo con la Zarzuela, con la Junta de Jefes de Estado Mayor -Robles Piquer estuvo cuatro veces en Vitruvio-, con los gobernadores civiles de todo el país, así como con los mandos de las Fuerzas de Orden Público que hacían frente en Madrid a la situación creada en las Cortes.

Merry Gordon protagonizó un "malentendido" en Sevilla

Salvo la excepción de Valencia, en el resto del país los gobernadores civiles se pusieron al frente de los mandos de las Fuerzas de Orden Público. Sólo se registró un incidente en Sevilla, al intentar asumir el capitán general, Merry Gordón, el mando de la fuerza pública, por entender que así venía determinado por haberse decretado la alarma de segundo grado de la Operación Diana. El malentendido fue rápidamente resuelto por la Junta de Jefes de Estado Mayor, a través de una llamada del general Gabeiras a Merry Gordon.

Otro de los temas a los que hubo que hacer frente era el asegurar lanormalidad ciudadana en todo el país, objetivo fundamental perseguido en los comunicados sucesivos que se difundieron a la opinión pública. Se discutió mucho si las universidades se mantenían abiertas o si se cerraban, y se optó por lo primero, con el único temor de que la jornada del día siguiente desembocara en manifestaciones. Parar las manifestaciones a toda costa era la norma decretada, pues se temía que se convirtieran en una provocación para los militares.

La reunión que ya de madrugada mantuvo la comisión con los representantes de los partidos políticos fue también para convencer, sobre todo al representante comunista, Carlos Alonso Zaldívar, de que Comisiones Obreras desconvocara el paro de dos horas anunciado. Al fin se consiguió.

Sin embargo, la decisión más discutida y meditada fue la de si había que asaltar o no el palacio de las Cortes para liberar al Gobierno y a los diputados. Francisco Laína y otros miembros estaban convencidos que llegada una hora había que poner fin al asalto, porque de lo contrario se podría complicar la situación militar. Los partidarios de esta medida estaban convencidos de que el asalto llevaba camino de convertirse en un secuestro de larga duración. De hecho, en el segundo comunicado que difunde la comisión se utiliza el término «secuestro». Dado el número elevado de participantes en la ocupacion, podían relevarse sin problemas en el control del edificio; que es de muy difícil acceso, por otra parte. Estaba claro que Tejero contaba con oficiales capaces de sustituirle si él tenía que descansar.

Comenzó a prepararse el asalto, sobre planos detallados del palacio del Congreso. La operación, cuanto más se la analizaba, más difícil parecía. El techo, las ventanas y las puertas están blindadas. No había otra posibilidad de entrar que derribar una puerta mediante una carga explosiva de gran potencia. Incluso se llegó a pensar en utilizar un cañón. La masacre hubiera sido inevitable. Los representantes de los partidos, especialmente los socialistas, pidieron insistentemente que se evitara el asalto. Al final,se desechó la operación, fijada inicialmente entre las siete de la tarde y las nueve de la mañana.

Fueron varios los momentos de gran tensión vividos por el Gobierno paralelo. La ocupación militar de Televisión Española, llevada a cabo por un capitán de la División Acorazada Brunete, que se retiró cuando se le ordenó por la Junta de Jefes de Estado Mayor. La incertidumbre sobre el comportamiento militar fue una de las causas que contribuyó al retraso de la retransmisión del mensaje del Rey, ya que se temía que pudiera ser secuestrado. Por esta misma razón la grabación entró en Prado del Rey -por una vía muy excepcional no especi icada.

El general Juste desoye indicaciones militares superiores

La ocupación del Congreso por una unidad militar sediciosa sembró la inquietud y todavía más el hecho de que el general José Juste, jefe de la división a la que pertenecía el destacamento, desoyera las indicaciones que se le hacían para que ordenara al comandante su presentación en el Congreso para reducir al comandante insurrecto. El general Juste transmitió este encargo a un coronel, que no logró el objetivo.

Anque el tema de Valencia era fundamentalmente militar. Francisco Laína mantuvo una conversación con él teniente general Milans del Bosch, que fue especialmente dura. Se te solicitaba al general que ordenara a Tejero que depusiera su actitud, dado que éste invocaba al capitán general de Valencia como única autoridad. Milans se negó a hacerlo cuando se le solicitó. Al parecer, lo hizo horas más tarde, cuando ya Tejero se encontraba «en baja» y decepcionado. Entonccs, no le obedeció. Francisco Laína tuvo un episodio también difícil con el general Armada, después de que éste negociara con Tejero.

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