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El golpe de Estado

Viva emoción en la liberación de los diputados

A las diez en punto de la mañana empezó a renacer a esperanza en la carrera de San Jerónimo, frente al palacio de las Cortes. «Hay movimiento en el patio del Congreso», se comentaba en la barrera de periodistas, situada a la puerta del hotel Palace; "parece que van a salir las diputadas". Unos minutos más tarde el rumor se hizo realidad, y las doce mujeres que fueron rehenes del teniente coronel Tejero comenzaron a atravesar la verja del nuevo edificio del Congreso, en grupos de dos, tres y cuatro. Venían abrazadas entre ellas, cogidas del brazo, de la mano y todas visiblemente emocionadas por los cruciales momentos que acababan de vivir.

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Al llegar a la barrera de informadores se echaron a llorar la mayoría, entre aplausos y abrazos de periodistas, amigos y familiares. Luego empezaron a desvelar detalles concretos de la situación interna. "Todo va bien, están tranquilos", decía María Victoria Fernández España, de Alianza Popular, que fue la primera en llegar a la zona de Prensa. Esta tranquilidad se justificaría, minutos más tarde, gracias a las declaraciones de otras compañeras del Congreso, como Carmen García Bloise (PSOE) o Juana de Arce (UCD), quienes afirmaban que gracias a dos transistores del Congreso, utilizados clandestinamente pr los responsables de los servicios técnicos de la Cámara, y a la colaboración de los bedeles y ordenanzas -"todos estuvieron impresinantes", afirmaban unas y otras-, consiguieron establecer un sistema de información entre la mayoría de los bancos, una especie de radio macuto, que nos confirmó que el golpe no había sido seguido por nadie fuera del Congreso, a pesar de que Tejero afirmaba que Milans del Bosch y otros generales estaban ya al mando de la situación.Sistema de información con la colaboración de todos

"Este sistema de información", decía Carmen García Bloise, "y el aspecto de loco de Tejero y de sus íntimos colaboradores nos daba una idea de que el golpe fracasaba, aunque nos hacía temer más por nuestra integridad", Carmela García Moreno y Soledad Becerril confirmaban estos extremos y marchaban con urgencia hacia el Ministerio del Interior para relatar a la Junta de Gobierno la situación interna del Congreso. Otras compañeras relataban los últimos incidentes: "Nos dejaban ir a los servicios de uno en uno, bajo custodia, y se facilitó agua y azúcar, nunca comida". Se explicaron los últimos incidentes. Fraga estuvo a punto de provocar reacciones violentas de los golpistas cuando intentó enfrentarse a Tejero. Relataron cómo Fraga, Iñigo Cavero y Fernández Miranda gritaron disparadnos, mientras abrían sus chaquetas. Los relatos eran entrecortados, en ¡mprovisadas y breves declaraciones a informadores que se disputaban las primeras entrevistas para las cadenas de radio y televisión españolas y extranjeras. Todas las diputadas insistían: «No queríamos salir, quisimos quedarnos con nuestros compañeros, pero era necesario que alguien relatara fuera lo que ocurría en el interior del Congreso».

A las doce comenzaron a salir los diputados

La salida de los cerca de 330 diputados y de los miembros del Gobierno se inició a las doce en punto del mediodía, tras la rendición de Tejero. De nuevo en la carrera de San Jerónimo volvió a crecer la emoción. Aquí arreciaron los aplausos de curiosos e informado res al grito de ¡Viva la libertad!, ¡Viva la Constitución!, mientras la mayoría coreaban «Se pinchó, se pinchó, se pinchó el golpe ». De nuevo escenas de sonrisas y lágrimas entre diputados, familiares y periodistas. Algunos con sentido del humor, como Senillosa, de Coalición Democrática, quien afirmaba: «No es que esto se parezca a Honduras, es que es Honduras». Fernández Ordóñez, sin afeitar, como todos los diputados, sonreía emocionado en la entrada del Palace. ¿Qué tal el divorcio, Paco?, le preguntaba un periodista, y el ministro de Justicia reía y dijo: «Va muy bien, pero ahora nos vamos a olvidar de este tema por algún tiempo». El ministro no fue acompañado al improvisado centro de Prensa por el resto de sus compañeros del Gobierno, que fueron los últimos en salir y que se trasladaron directamente en automóviles y en una camioneta a sus domicilios. También eludieron a los informadores los líderes del PSOE y del PCE, Felipe González y Santiago Carrillo. La esposa de este último, Carmen Menéndez, pasó toda la noche con los informadores, a la espera de noticias sobre su esposo.

A partir de estos momentos llovieron las declaraciones. Fernando Abril era uno de los responsables de la radio macuto, con un pequeño transistor que llevaba en el bolsillo, y fue quien pasó noticias a sus compañeros de lo que ocurría fuera. Todos coincidían en reconocer la tensión, el cansancio, y sobre todo la humillación, como afirmaron Bandrés (Euskadiko Ezquerra), Escuredo (PSOE) y Alvarez de Miranda (UCD). Rojas Marcos (PSA) aseguraba que no estaba cansado y que los hechos han demostrado a Calvo Sotelo que la democracia está por hacer, mientras que Miguel Angel Martínez (PSOE) exigía que se tomen medidas definitivas para garantizar la legalidad.

EL PAIS sacó siete ediciones

Una anécdota afecta a nuestro periódico el socialista Pedro Silva afirmó que estaba convencido de que el golpe no progresaba porque la radio transmitió la noticia de que «EL PAIS salía a la calle sin problemas». Un ejemplar de una de las primeras ediciones de nuestro periódico llegó al Congreso en un paquete que la esposa de un ordenanza consiguió introducir en el palacio.

El presidente Suárez, muy elogiado en su comportamiento por la totalidad de los diputados, que también ensalzaron a Gutiérrez Mellado, abrazó sonriente a sus familiares, que le esperaban a la salida del Congreso. Felipe González se escabulló de la Prensa, aunque más tarde, tras la reunión de la ejecutiva del PSOE, afirmaba: «Soy optimista vamos a ver que pasa ahora». En relación con el futuro inmediato, el portavoz de la Minoría Catalana, Roca Junyent, afirmaba tajante: «Vamos a votar a Calvo Sotelo positivamente. Ahora no es el momento de pequeñas discrepancias, sino de colaboración general".

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