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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Wojtyla en Filipinas

EL PAPA está hoy en un país difícil, con una larga dictadura represiva -la del presidente Marcos, vitalicio- y unas guerrillas en acción: Filipinas se mantiene como una fortaleza de decisiva influencia de Estados Unidos frente a los comunismos y revolucionarismos asiáticos. La principal oposición a la dictadura la conducen los musulmanes, minoría -poco más de millón y medio- discriminada y empobrecida frente a la inmensa mayoría católica -31 millones; otros grupos religiosos reúnen un total de algo menos de diez millones de personas- que, instalada por la larga colonización española, forma la clase dominante. No todos los católicos apoyan a Marcos -la pobreza y la opresión no les hace inmunes-, pero sí la mayoría de lajerarquía eclesiástica, aunque conserve una parte crítica.El Papa va a ser inevitablemente acusado de fortalecer el régimen, aun cuando en sus discursos pueda haber críticas a la situación social; Marcos, confortado mucho con la llegada al poder de Reagan, que tratará indudablemente de sostenerle frente a todo, no dejará de aprovechar la parte de apoyo espiritual-material que supondrá la visita de Wojtyla. En el fondo, y por encima de los problemas locales, Wojtyla coincide con Marcos y con Reagan en la contención y la ofensiva contra el comunísmo, obra en la cual ha tenido ya grandes éxitos, que en el continente asiátíco representa todavía una fuerza activa, apoyado, sobre todo, por las condiciones de hambre y miseria sin límites. En este aspecto de lucha será muy interesante su toma de posición con respecto a China, que está siendo de un delicado equilibrio diplomático. Ha evitado cualquier contacto con Formosa, aunque esté en la línea directa de su viaje -ha sustituido la escala en Taibei por una en Guam-, para evitar molestias a Pekín; pero, en cambio, pronunciará un mensaje a China por Radio Veritas, emisora católica en Filipinas dedicada a la introducción en China de la propaganda anticomunista. Wojtyla no dejará de tener en cuenta que desde hace tiempo se están manteniendo negociaciones muy delicadas entre el Vaticano y Pekín, que conducen ya a un reconocimiento de la Iglesia católica en China y de sus actividades misioneras; como no dejará de tener en cuenta tampoco el actual trabajo de China en la contención del comunismo en otras partes de Asia y su enfrentamiento con la URSS a escala mundial. La condicíón de Iglesia militante y activista que ha dado Wojtyla desde su elevación al solio pontificio va a estar presente en todo este viaje de «rearme moral».

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