10.000 personas asistieron al funeral de José Arregui en Cizúrquil (Guipúzcoa)
Varios miles de personas, llegadas desde toda Guipúzcoa, asistieron ayer al funeral de Joseba Arregui en Cizúrquil, localidad donde había nacido el presunto militante de ETA y donde residió hasta su paso a la clandestinidad. Entre el público se encontraban varios miembros de la mesa nacional de Herri Batasuna (HB), como Txomin Ziluaga, Jon Idigoras y Francisco Letamendia Ortzi.
Durante toda la mañana fueron llegando a Cizúrquil en automóviles particulares grupos numerosos de personas que se dirigían a la plaza donde había quedado expuesto el cadáver de Arregui desde su llegada de Madrid. En Rentería, tras una asamblea popular, se formó una caravana de más de un centenar de automóviles que se dirigió a San Sebastián, portando ikurriñas con crespón negro y haciendo sonar el claxon, para luego acudir al funeral. Aunque se había trasladado la celebración desde la hora inicialmente prevista (las 17.30 horas), a la una de la tarde, una gran muchedumbre se congregó en los alrededores de la parroquia de Nuestra Señora de Aránzazu, cuyo interior se encontraba abarrotado.La ceremonia religiosa fue concelebrada por once sacerdotes. En la homilía, el celebrante principal se refirió a la paz y a la necesidad de luchar contra toda manifestación de violencia.
Terminado el oficio religioso, que fue seguido desde el exterior en silencio casi general, el féretro, cubierto con una ikurriña, fue sacado a hombros, mientras se coreaban gritos de «Gora ETA militarra» («Viva ETA militar»), «Joseba herria ez du barkátuko» («José, el pueblo no ha perdonado») y «UCD, hiltzaile, PNV laguntzaile» («UCD asesina, PNV cómplice»). Más tarde la mayoría de los presentes entonaron el Eusko Guadariak puño en alto
El féretro fue conducido a pie hasta el cementerio, situado a tres kilómetros, seguido de varias coronas de flores de HB, gestoras pro amnistía y otras organizaciones, y de una manifestación que continuó coreando consignas a favor de la amnistía, y otras como «Pakea ez, amnistiarik gabe» («Paz no sin amnistía»).
Mientras se celebraba el funeral, fue increpado y agredido en el exterior un fotógrafo del semanario Cambio 16, al que se le propinaron varios golpes y se le arrebató la cámara, obligándole a abandonar el lugar después de haber identificado el medio para el que trabajaba. Por la tarde, en una conferencia de Prensa celebrada en Bilbao, dirigentes de Herri Batasuna pidieron disculpas «a la persona del fotógrafo, puesto que es un trabajador», insistiendo en sus críticas a la publicación citada.
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