AI final, al sacerdote
El pasado día 15 de enero tuve la tristeza de enterrar a mi madre en el pueblo de Arcos de la Cantera, perteneciente a la diócesis de Cuenca. Ofició la misa un sacerdote párroco de la iglesia de Santa Ana. Por la misa cobró quinientas pesetas.En la ceremonia no se le ocurrieron otras cosas que decir de mi madre más que «no iba a misa ni había ido nunca desde que él era párroco, que no se le había llamado para administrar la extremaunción y que, a última hora, se molestaba al sacerdote para que oficiase la misa». Sólo puedo preguntarme si esta es la forma que tiene la Iglesia de cuidar por el alma de sus feligreses./
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