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Tribuna
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Oligarquía y meritocracia en Mallorca

La banca española, con una tradición diplomática de un par de siglos, aparentará ser la gran ausente en el congreso que el partido del Gobierno va a celebrar en Mallorca. Los hombres más distinguidos de las altas finanzas insisten en que «el dinero no tiene olor». -Por ello, es difícil en España ilustrar dos candidaturas políticas ante el congreso de un partido como UCD con la relación de empresas o bancos que las apoyan, tal como suele ocurrir en Estados Unidos. La tradición y la transición han establecido una enorme riqueza de planos cruzados que hace imposible predecir con exactitud las vinculaciones reales personales entre el poder económico y el político.

Sin embargo, a través de confidencias, rumores sin confirmar, interpretaciones privadas y, algunas veces, de declaraciones explícitas, pueden intuirse lealtades políticas sesgadas hacia un lado u otro del poder económico. Tal es el caso, por ejemplo, del presunto candidato crítico de UCD, Landelino Lavilla. Por su curriculum profesional, el presidente de las Cortes es asociado directamente a los intereses del grupo Banesto, hermano mayor de la banca española, y, por extensión, a todas las altas finanzas y a la oligarquía en suma. Landelino Lavilla, ex ministro de Justicia y ex subsecretario de Industria, fue director general adjunto de Banesto.

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Esta creencia, bastante gene-ralizada, puede llevarnos a error por su simpleza. El tejido económico-financiero es mucho más sutil y rico, y la banca no tiene representantes activos e identificados en UCD, porque no los necesita. En cuanto destacan como tales ya no sirven a sus propósitos.

Una fuente solvente, por la cantidad de depósitos ajenos que representa, ha comentado con cierta crueldad a EL PAIS que «apoyar claramente a Landelino con objeto de parar los pies a Suárez es como comprar un banco en un almuerzo sin haber visto antes las cuentas». Porque, entre otras cosas, Landelino, que fue empleado de Banesto, puede perder todas sus plumas en esta pelea en beneficio de otros políticos tapados que -como Calvo Sotelo- se identifican más con la oligarquía que con la meritocracia.

Otro plano cruzado que nos lleva a confusión en el análisis es la diferencia evidente entre los consejos de administración y los gestores del poder económico en España. Mientras los consejeros (de la oligarquía) son, en general, de extrema derecha, los gestores (de la meritocracia) aparecen y actúan como moderados. De ahí que, como mandan los gestores, prevalezca el pragmatismo sobre la ideología.

Hay una influencia muy clara de las finanzas en la política de UCD, cuyo mecanismo podría entrar en funcionamiento en Mallorca en caso de necesidad, según todos las fuentes bancarias consultadas, que se centra sólo en la estrategia: «La banca impedirá cualquier evolución que sea irreversible», y «se entenderá con el poder político cualquiera que éste sea». Según otras fuentes consultadas, «la banca, que es especialista en minimizar sus riesgos, a corto y largo plazo, prefiere entenderse con el PSOE antes que oponerse claramente a un candidato como Suárez, que pueda ganar». El coste de apoyar claramente a Landelino es, pues, muy alto, ya que «más importante que Landelino o Suárez es -según ellos- que UCD no se rompa hasta 1983».

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