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La zanahoria y el palo

( ... ) En primer lugar, hay que decir que la postura presidencial, tras sus declaraciones, hagirado ostensiblemente -y en esto ha tenido mucho que ver la bien orquestada ofensiva de los «críticos»- hasta aparecer prácticamente como una clara capitulación. De su intransigente y ensoberbecida postura inicial que suponía no encabezar ninguna lista a la ejecutiva y rechazar la proporcionalidad en las mismas, el jefe de Gobierno ha transigido en incluir su nombre en una candidatura -con los evidentes riesgos que conlleva cualquier comparecencia electoral- y admitir un cierto tipo de «proporcionalidad» mediante el procedimiento de listas abiertas. ( ... )El argumento de que hoy no hay razón alguna para la «personalización» y la «acumulación de poderes y responsabilidades », no es más que un burdo intento de disfrazar el vicio de virtud. El pretender que ahora se facilita la democratización del partido al estar conjurado el peligro de rompimientos o fragmentación, nos hace sospechar que en el texto presidencial ha intervenido el descarado bolígrafo del ministro de la Presidencia, Rafael Arias-Salgado. Sólo él sería capaz de formular tal aseveración sin sonrojarse. (...)

En suma, las declaraciones del señor presidente nos parecen como una nueva versión, en «sonido-disco», de uno de sus más conocidos «hits»: el «puedo prometer y prometo», o un nuevo intento de conducir la grey centrista hacia la esperanzada expectativa de no se sabe muy bien qué, utilizando el maquiavélico dispositivo de la zanahoria y el palo.

22 de enero

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