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Ramón Canet, un pintor "de los 80", expone por vez primera en Madrid

La galería Rayuela presenta actualmente una muestra pictórica del artista mallorquín Ramón Canet. Es la primera vez que este joven pintor expone en Madrid. Y lo hace con una serie de pinturas, sobre papel y sobre lienzo, bastante relacionadas con el espíritu de la tendencia denominada de los ochenta.

Josep Meliá ha trazado un paréntesis en su actual desvivir político para recuperar su aliento de crítico de arte y escribir acerca de Ramón Canet: «Logra el ritmo, la cadencia, el movimiento, desde la pura fuerza de la mancha, desde el diálogo brusco, descarnado, lúdico, entre el gesto, la acción motora, el trazo y el soporte espacial». Y añade: «Esa es su capacidad de provocación, su insolencia, su descaro impagable, su sinceridad y su propia acción refrescante y renovadora entre tanta cloaca maloliente y encascarada».El provocador, que estudió bellas artes en Barcelona y fue luego profesor de Dibujo, hoy se dedica totalmente a pintar. Y expone lo pintado con esta pretensión: «Me gustaría que el espectador reviviese el proceso de creación, desde el primer impulso hasta la última pincelada». No pretende, en cambio, pertenecer a toda costa a la tribu de la vanguardia: «Me horroriza pintar al dictado. Aunque mi pintura guarde relación aparente con otras del presente, yo he llegado a esta forma de pintar a través de una evolución estrictamente individual. Lo que resulta imposible es permanecer al margen de ciertas referencias culturales que a todos nos son comunes».

Reconoce su admiración por Tápies y Millares. Nombra también a Llimós. Y se detiene en algunos componentes de su propia generación: «Me interesan los no figurativos, como Pancho Ortuño, Broto y Tena. Pero el que me parece más dotado es Grau».

Evoca Ramón Canet el escándalo que supone hacer este tipo de pintura en un lugar como Palma de Mallorca: «Sólo tiene aceptación entre los componentes de una ínfima minoría. En general, choca muchísimo. Esto te obliga a que casi tengas que trabajar clandestinamente. Incluso no encuentras amistades entre los pintores, entregados a ejercicios arcaicos.

No obstante, nada más lejos de este artista que el anhelo de insertar en sus cuadros lo literario: «Lo que más me preocupa es ser muy fiel a un lenguaje meramente pictórico, puramente plástico, sin ninguna incursión en otros terrenos».

A primera vista, Canet subraya en sus pinturas la importancia del gesto: «Pero no sólo presto atención a lo gestual. Hasta hace poco, en mis cuadros había mucha materia. En esta exposición ocurre todo lo contrario. Otras veces sólo he trabajado con blancos. Aquí, en cambio, hay bastante color. Es decir, nunca opero a partir de esquemas rígidos. De ahí que una exposición aislada, reflejo de un momento preciso, siempre me deje insatisfecho, pues el espectador no puede relacionar esas obras con otras anteriores, a menudo creadas a base de elementos diferentes, que tal vez permitirían vislumbrar el sentido cabal de lo expuesto».

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