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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
Tribuna
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La crisis energética: ayer hoy y mañana

Una de las más afortunadas definiciones que se han hecho de la crisis energética es quizá la de que es una situación caracterizada por la conjunción de cuatro parámetros bien diferenciados, a saber: abastecimientos petrolíferos insuficientes, elevación brusca de los precios por encima de las posibilidades económicas de los compradores, aumento generalizado de la demanda y retraso en el desarrollo de las nuevas energías alternativas.En teoría, la crisis energética comienza en 1973, cuando el mundo se encontró en una situación de incertidumbre y temor al darse cuenta de que el equilibrio oferta-demanda de los productos petrolíferos se había roto y que a partir de ese momento se entraba en un período de depresión económica, por no existir a corto plazo alternativas energéticas viables al principal componente de la balanza energética mundial.

Pero, realmente, la crisis de la energía, aunque lentamente, Ya se venía fraguando al menos desde 25 años antes, existiendo una serie de hechos que presagiaban que tarde o temprano se desembocaría en una situación como la ocurrida en 1973.

En efecto, salvo en EE UU y URSS, que constituyen un caso atípico, desarrollo y posesión de petróleo no se dan juntos. En ello y en el tipo de crecimiento que la sociedad eligió, basado en una política de energía barata, radica la razón profunda de la crisis energética, ya que quienes necesitan petróleo no lo producen y quienes lo producen quieren obtener los necesarios beneficios que les permitan industrializarse y equipararse a los países desarrollados en espacios de tiempo relativamente cortos, por lo que tarde o temprano tendría que producirse un choque de intereses.

Los hechos a que nos hemos referido son básicamente cuatro, y constituyen, a nuestro juicio, los cuatro escalones o etapas que conducen a la crisis de 1973.

El primero se remonta a 1948. Es entonces cuando las compañías petrolíferas que actuaban en Venezuela acuerdan con el Gobierno de esta nación, surgido tras las primeras elecciones libres en su historia, el establecimiento de los contratos al 50/50, por los que, en lo sucesivo, los beneficios se repartirían por igual entre el país productor y las compañías petrolíferas. Este acuerdo se extendió en 1950 a los países de Oriente Próximo, en los que por entonces existía una gran agitación política (recordemos que en Irán, Mossadeqh, utilizando como bandera el retomo de los recursos naturales a su país, consigue -por poco tiempo- ser nombrado primer ministro desterrar al sha y nacionalizar el petróleo).

Pero los beneficios que reportaba a los países productores la venta de su petróleo pronto empezó a dejar de satisfacerles, debido, fundamentalmente, a que las compañías petrolíferas mantuvieron unilateralmente el precio del barril de petróleo muy bajo, y mientras los países productores veían disminuir en términos relativos sus ingresos, los de las compañías petrolíferas eran muy superiores debido a las ganancias que éstas obtenían en el transporte, refino, distribución, e, incluso, en las industrias químicas y textiles en las que participaban, rentabilizando el valor añadido en los numerosos eslabones de la larga cadena en que intervenían.

Con ello se entra en una segunda etapa, o escalón, de la crisis, ya que muchísimas minas de carbón tienen que cerrar, se retrasa la introducción en el sistema energético de la energía nuclear y, consecuentemente, a través de esos bajos precios, se ofrece a la industria del petróleo una hegemonía indiscutible y condena al monocultivo petrolífero a gran parte de los países industrializados, sentándose así las bases para una gestión, esencialmente incontrolable, de la política energética por parte le las grandes compañías petrolíferas.

Por otra parte, los principales países productores de petróleo (Arabia Saudí, Irak, Irán y Kuwait), aceptando la sugerencia de Venezuela, crean en 1960 un frente común al constituirse en Organización de Países Exportadores de Petróleos (OPEP), cuya importancia va a ser decisiva años más tarde.

La tercera etapa duró desde la guerra de los siete días, en 1967, hasta las reuniones de Teherán y Trípoli de 1971.

Como consecuencia de la guerra árabe-israelí de los siete días se produjo el cierre del canal de Suez, pasando a ser la ruta del petróleo la del cabo de Buena Esperanza, con el consiguiente aumento de los costes del transporte, que incrementa nuevamente los beneficios de las compañías petrolíferas y que son aplicados incluso al crudo que no es transportado por la mencionada, ruta, como era el que llegaba al Mediterráneo procedente de Arabia Saudí e Irak a través de oleoductos, y el que procedía de Argelia y Libia. Es entonces cuando Gadafi, que poco antes había destronado al rey Idris y expulsado a los americanos e in gleses de las bases militares que ocupaban en Libia, consigue, ante la amenaza de reducir drásticamente su producción, el que se eleve el precio de referencia del barril de su petróleo y con ello un aumento importanle de sus in gresos. Estamos en septiembre de 1970.

Este éxito hace que otros países árabes exportadores de petróleo integrados en la OPEP (Arabia Saudí, Irán, Irak y Kuwait) sigan el ejemplo libio, reaccionando las compañías petrolíferas mediante la creación de un frente común que propone la celebración de una reunión conjunta con aquéllos. Esta reunión, que se celebra en Teherán, finaliza con acuerdos muy favorables a la OPEP, ya que ésta consigue que en lo sucesivo la imposición fiscal recaiga no sobre el precio de mercado, sino sobre el «precio de referencia» (posted price), que se incrementen los precios del petróleo en 35 centavos de dólar por barril y que se prevean aumentos automáticos del precio de referencia para contrarrestar los efectos de la inflación y, por último, que los contratos al 50/50 pasen a ser al 45/55.

A partir de entonces, el objetivo primordial de los países de la OPEP pasa a ser la nacionalización del petróleo y, como paso intermedio, la participación directa en la producción. Con ello se entra en la cuarta y última etapa de la crisis de 1973.

En diciembre de 1972, los países productores de petróleo firman un acuerdo con las compañías petrolíferas por el cual aquéllos pasan a ser propietarios del 25% del crudo producido en su territorio, y en octubre de 1973 estalla la guerra del Yon Kippur, en la que el petróleo es utilizado como arma política: los paises árabes integrados en la OPEP reducen su producción petrolífera, suspenden el aprovisionamiento a los países cuya política no les hubiese sido favorable y aumentan bruscamente los precios, que, en espacio de pocos meses, son triplicados. Así se llegó al estallido de la crisis, es decir, al momento en que la opinión pública mundial toma conciencia del problema.

José Antonio Velasco San Pedro es ingeniero de minas y experto en temas energéticos.

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