_
_
_
_

Negociación hispano-comunitaria sobre las exportaciones de acero

Soledad Gallego-Díaz

La Comisión Europea y la delegación española ante la CEE celebrarán hoy en Bruselas una nueva sesión de negociación para tratar de lijar los contingentes de exportación de la siderurgia española hacia los diez países miembros de la CEE. La sesión finalizará, probablemente, sin ningún acuerdo, ya que la Comisión propone una disminución de aproximadamente el 15% de nuestras exportaciones, a lo que se niega España, aduciendo que en 1980 aumentaron prodigiosamente las exportaciones de la Comunidad hacia nuestro país.

El principal problema que se plantea, a juicio de los representantes de la siderurgia española, es que la Comisión no tiene mandato para negociar las exportaciones de los países miembros y sí para reducir las exportaciones españolas. Sin embargo, los intercambios hispano comunitarios se basan, teóricamente, en el principio de la reciprocidad. La contradicción formal para poder llevar adelante las negociaciones en estos supuestos es, pues, manifiesta. Según dichas fuentes, se está produciendo un bloqueo comunitario del que no se podrá salir mientras que el Consejo de Ministros de los diez no autorice a la Comisión a enfocar el problema globalmente.

De acuerdo con los datos que manejan los representantes de la siderurgia española, España sólo pudo vender a la CEE, en 1979, 850.000 toneladas, de acuerdo con la decisión comunitaria de mantener sus niveles de importación por debajo de las cifras de 1976. Sin embargo, las ventas de la CEE han aumentado extraordinariamente, hasta el punto de que según la extrapolación que realizan los expertos españoles, la CEE venderá en 1981 en España más de un millón de toneladas, lo que supone un incremento del 110% sobre los niveles de dicho año de referencia.

Si, pese a todo, la industria siderúrgica europea atraviesa una crisis, añaden las fuentes españolas, no puede reprochársele en absoluto a países terceros como España, y, menos aún, exigirnos que realicemos un nuevo sacrificio para contrarrestar un problema creado exclusivamente por su propia falta de disciplina. En efecto, la CEE pretende que puesto que sus países miembros deberán reducir en 1981 su producción en un término medio del 15%, es justo exigir un sacrificio similar a los países terceros que exportan acero a los diez.

Esta pretensión, prosiguen las fuentes mencionadas, es irracional, si se sabe que España fue en 1979 (con un millón de toneladas de acero importadas de la CEE) el único entre los diez mejores clientes del Mercado Común que autolimitó sus exportaciones. «Resulta curioso, señaló un portavoz de la industria siderúrgica española, que cuando el propio comisario Davignon dijo el pasado mes de septiembre en Lieja que España tiene una de las siderurgias más enfermas de Europa, se pretenda ahora darle la puntilla antes de que se produzca la adhesión».

La misma fuente señaló que la Comisión Europea podría encontrar, si lo quisiera, un hueco en la «contradicción formal» que se plantea actualmente, alegando ante el Consejo de Ministros el articulo 3 del tratado de la CECA, según el cual le corresponde velar por el respeto de límites equitables en los precios practicados en los mercados exteriores. Es decir, la Comisión podría, por ejemplo, fijar precios mínimos a la exportación comunitaria.

En el caso de que la CEE no flexibilice su posición respecto a las exportaciones españolas, los industriales españoles proponen una serie de medidas de retorsión, entre ellas la fijación de precios base de importación para los productos siderúrgicos comunitarios, semejantes a los que ya existen en la CEE, y que permitirían abrir inmediatamente procesos antidumping contra las empresas europeas.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_