El "ente petrolero español" puede formalizarse en quince días

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La crisis energética, las negociaciones con la CEE, la falta de coordinación y la débil capacidad negociadora del Estado, motivada por la dispersión de los centros de decisión relacionados con el petróleo, son las principales razones, aducidas en medios oficiales, para trabajar a «marchas forzadas» en la reorganización del sector.

La rapidez en la resolución del tema puede también relacionarse con el conocimiento que el vicepresidente económico del Gobierno, Leopoldo Calvo Sotelo, anterior ministro para las Relaciones con la CEE, tiene de las exigencias comunitarias en torno al monopolio de petróleos y a su previa experiencia como empresario del petróleo en el grupo Explosivos Río Tinto.

Entre las alternativas que se manejan, ya en el terreno de los rumores, destaca el proyecto de integración vertical desde exploración hasta distribución en manos del Estado, que podría girar en la órbita de Enpetrol (Industria) o bien en la de Campsa (Hacienda).

Enpetrol (Empresa Nacional del Petróleo) fue fundada en 1974 por la fusión de tres grandes empresas públicas de refino: Repesa (Cartagena), con una capacidad de refino de diez millones de toneladas de petróleo, Entasa (Tarragona), con una capacidad de doce millones de toneladas de petróleo, y Encaso (Puertollano), con cuatro millones de toneladas.

Campsa (Compañía Arrendataria del Monopolio de Petróleos, SA) fue fundada por José Calvo Sotelo, ministro de Hacienda, durante la dictadura del general Primo de Rivera. En este sentido se ha comentado en círculos próximos al monopolio que un Calvo Sotelo dio vida a la empresa y otro será el encargado de quitársela.

Sin embargo, fuentes oficiales han comentado a EL PAÍS que «el monopolio de petróleos se quedará tal cual, conservando la fase de distribución, aunque cediendo algunas otras funciones».

La segunda opción que se maneja estos días es la creación de dos grandes grupos con integración también vertical, desde la exploración hasta la distribución, en tomo a Enpetrol (público) y a CEPSA (privado).

La Compañía Española de Petróleos, SA (CEPSA), tan antigua como Campsa, pertenece al grupo del Banco Central, en cuyo salón de honor cuelga también el retrato de uno de sus prohombres, José Calvo Sotelo.

CEPSA, con dos refinerías (Algeciras y Tenerife), es la única compañía del sector privado que cubre todo el proceso del petróleo, desde la exploración, refino, flota de transporte, etcétera. En torno a ella podrían agruparse las demás refinerías: ERT (Huelva, con cuatro millones de toneladas en capacidad de refino; Petromed (Castellón), con cuatro millones de capacidad; Petronor (Somorrostro, Vizcaya), con doce millones de toneladas de capacidad, y Petroliber (La Coruña), con cuatro millones.

El «ente petrolero español» dejaría al grupo privado competencias en todos los terrenos del sector y fortalecería la capacidad negociadora, tanto pública como privada, en la compra de las correspondientes cuotas de crudo a los países productores de petróleo. Por otra parte, clarificaría la posición de los que realmente mandan en el petróleo sin interferencias ni distorsiones de empresas marginales o grupos de presión. Con el «ente petrolero español», de cuya creación desconfian fuentes del sector privado del refino, por tratarse de la fábula «que viene el lobo», desaparecerán también infinidad de comisiones interministeriales que nacieron para coordinar lo que parecía ya incoordinable.