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La especulación de dos concejales de CD hace dimitir en pleno a un ayuntamiento de Lugo

El alcalde y ocho concejales de los once con que cuenta el Ayuntamiento de A Pontenova han presentado su dimisión por el conflicto entablado en la villa tras la adquisición, por parte de otros dos miembros de la Corporación, de los terrenos que en su día fueron utilizados por una compañía minera, y de los que venía disfrutando el Ayuntamiento en estado de precario.Dos concejales de Coalición Democrática (CD), Fernando Rego y Antonio Rodríguez, compraron más de 38.000 metros cuadrados de terreno, adelantándose a las gestiones que venía realizando el Ayuntamiento. Este hecho ha sido considerado por los vecinos de la villa como una operación especulativa, por cuanto, según ellos, «se aprovecharon de sus cargos en el Ayuntamiento para adquirirlos y para presionar más tarde, con el fin de que se les otorgase la calificación de urbanizables». Fernando Rego desmintió a EL PAIS que utilizasen sus cargos como concejales para la adquisición.

Los terrenos comprados por ambos concejales tienen un importante valor histórico y sentimental para los habitantes de A Pontenova, ya que en ellos se encuentran instalados los cinco hornos de una desaparecida industria, al amparo de la cual nació precisamente la villa.

Ante la negativa de ambos concejales de CD de abandonar sus cargos, el resto de los miembros de la Corporación, cuatro concejales y el alcalde de CD y otros cuatro de UCD, presentaron su dimisión en masa. La candidatura de CD se encuentra notablemente dividida, ya que los otros cinco miembros de la misma no se entienden identificados con la actitud de sus compañeros y consideran que los terrenos deben volver al Ayuntamiento.

La operación ha motivado un importante movimiento de protesta en A Pontenova, que culminó con una improvisada manifestación, en la que tomó parte la práctica totalidad de los vecinos. Del alcance del hecho puede dar idea el que ésta ha sido la primera acción de protesta similar que se lleva a cabo en la villa lucense desde 1936, ya que, según explicó a este periódico uno de los habitantes del pueblo, «resulta muy difícil motivar a los vecinos de este lugar», situado en una zona rural fronteriza entre Galicia y Asturias a las riberas del río Eo.

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