Nuevo éxito de "Las estaciones", de Haydn
El mismo cuadro de intérpretes que ofreció Las estaciones en el último Festival de Granada (véase EL PAIS de 9 de julio de 1980) ha renovado su triunfo en el teatro Real de Madrid. Exito firme y claro para todos a empezar por Antoni Ros Marbá, que entiende la obra con hondura y plasticidad, y continuar con tres excelentes solistas: Ana Higueras, dueña de una voz y un estilo definitivamente maduros; Javier de Solaun, cuyo timbre es, en sí mismo, ideal para el oratorio, y Antonio Blancas, barítono, cuyo prestigio se renueva en cada actuación. Coro y Orquesta Nacionales trabajaron con flexibilidad y entrega dentro de un nivel de calidad y con un talante de naturalidad admirables.No estuvo tan bien una parte del público. Casi un 40% de los asiduos a los viernes puso pies en polvorosa en cuanto llegó la hora que al parecer, tienen programada con límite de sus actividades melómanas. Dado que Haydn se extendió en Las estaciones hasta casi tres horas (a pesar de algunos breves cortes dados a la partitura en esta ocasión), hubimos de contemplar un desfile de asistentes cuya salida se produjo, incluso, durante la ejecución del concierto.
Orquesta y Coro Nacionales
Director: A. Ros Marbá. Director Coro: J. de Felipe Arnaíz. Solistas: Ana Higueras, J. de Solaun y Antonio Blancas. Las estaciones, de Haydn. Teatro Real, 19, 20 y 21 de diciembre
Sí merece elogio el comentario del profesor Antonio Gallego, modelo de «crítica de sentido» al estilo d'orsiano, en la que importan las significaciones y los entornos culturales antes que una siempre imposible y dudosamente útil «descripción» de la partitura.
Pocas tan bellas escribió José Haydn como Las estaciones, oratorio cuasi profano, basado en la obra de James Thomson, escrita entre 1726 y 1730, cuya traducción española realizó Benito Gómez Romero en 1801.
Buena dosis de ingenuidad propia del texto -entre naturalista, descriptivo y religioso- fue superada por el compositor que va mucho más allá de la «galería de cuadros diferentes por el género, el asunto y el colorido, dividida en cuatro salas» a que se refiere Stendhal.
Y es que el tantas veces llamado Papá Haydn fueungenio de padre y muy señor mío, capaz de sintetizar el pasado y anunciar el futuro, como todos los auténticos creadores, y de apresar en el vuelo de su extensa partitura la posible verdad de un mundo como el de Las estaciones, que encierra, al acertado decir del comentarista, «una de las más bellas utopías de la cultura europea». Desde él, Haydn sitúa la música de la Ilustración no en la antesala, sino en las primeras cámaras del Romanticismo
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