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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Ideología y televisión

Leo en EL PAÍS del pasado día 30 una frase lapidaria -«Exposición ideológica próxima al propagandismo»-, que condena mi reportaje de media hora de duración, «Otoño en Polonia», emitido por el programa Primera Página, coincidiendo con la legalización definitiva de los sindicatos independientes Solidaridad.Mi sorpresa ha sido grande, al proceder la condena de un grupo parlamentario en el que había puesto ciertas esperanzas sobre sus afanes para resolver desbarajustes e incompetencias en RTVE. Mi desilusión ha coincidido con la evaporación de mi ingenuidad. Porque me parece intuir que detrás de aquellas bienintencionadas preocupaciones, hay más bien proyectos de control y tufillo a censura.

Nadie es objetivo, pero aún quedamos muchos periodistas honestos que, siguiendo los consejos de algunos parlamentarios del citado grupo, nos afanamos por profesionalizar RTVE. Y no nos limitamos a ofrecer una visión aséptica, de agencia, sino que analizamos -con la posibilidad de errar, por supuesto-complicados acontecimientos, como es el caso polaco.

Mi exposición ideológica ha contado con las siguientes entrevistas al viceministro de cultos, miembro del PC polaco; al director adjunto de Trybuna Ludu, miembro del PC polaco; a una estudiante socialista; al párroco de los astilleros Lenin, en Danzig, que tuvo la frase, quizá, feliz: «Polonia es como un rábano, blanca por dentro, roja por fuera», y, naturalmente, entrevista con Lech Walesa, al que no pregunté por su salud ni por la de su esposa, porque no soy principiante de periodismo. Le hice una pregunta sobre la influencia de Comisiones Obreras en los sindicatos Solidaridad. Me contestó, entre otras cosas, que ellos no se dejarán controlar por el partido, como les ha ocurrido a Comisiones.

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No hice, y pude hacerlas, entrevistas a disidentes del grupo KOR. Quise, pues, evitar la acusación suspicaz de que daba beligerancia a «elementos contrarrevolucionarios». Pero sí destaqué los casi 3.500 sacerdotes y monjas que murieron en campos de concentración nazi. Exponiéndome a que el grupo parlamentario correspondiente me acuse de aludir a ese tema y ni una palabra a la fosa de Katyn.

En fin, quiero insistir en algo evidente para el que supo ver y supo oír el reportaje. El hilo rojo giré en torno a la dualidad «socialismo

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democrático»-«colectivismo burocrático», según la expresión del socialista Ignacio Sotelo, al que felicito por su libro, leído este verano, pues se ha visto confirmado con el caso polaco.

Lech Walesa y toda la clase obrera polaca (los antiguos sindicatos verticales se disuelven a fin de año), están por el «socialismo democrático». Bastantes sectores del PC polaco, aunque no todos, están a favor del «colectivismo burocrático» que les liga a Moscú.

Ocultar esta dualidad cerrarlos ojos como parece que se me pide, aparte de imitar al avestruz provoca una doble confusión interesada: confusión burguesa, bajo la tesis de que los obreros polacos quieren dejar de ser socialistas. Confusión comunista, bajo la consigna de que Lech Walesa es un agente capitalista.

¿O es que se quiere que vaya a Polonia para hacer propaganda de la música de Chopin? / corresponsal de Televisión Española en Bonn.

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