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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Es ya demasiado

Cada día me parecen más demenciales y alucinantes las opiniones que circulan por este país sobre ciertos temas. Resulta que la preocupación porque sean respetados los derechos humanos, sólo se refiere a los disidentes rusos, a los obreros polacos, a los resistentes afganos, a los rehenes norteamericanos y a los directivos de Crimidesa y Olarra.Se conoce que los desaparecidos, torturados, muertos, exiliados de las dictaduras suramericanas (apoyadas por EE UU) no son ciudadanos respetables; los pescadores españoles retenidos por el Frente Polisario no merecen que ni el Gobierno negocie su liberación, la invasión del Sahara por Hassan, con la venia del Gobierno, español, no va contra los derechos humanos; los malos tratos a los detenidos o a los presos en España no cuentan (a pesar del informe del Amnesty International).

Según Ferrer Salat, los obreros españoles tienen el arma de la huelga para luchar por sus reivindicaciones y, por tanto, el retener a directivos de la empresa es terrorismo. Según EL PAIS, los obreros de Crimidesa y Olarra están utilizando medios presindicales, como si no hubiera cauces legales en el Estado democrático que disfrutamos para las relaciones laborales. Quizá olvidan que los sindicatos españoles pueden convocar huelgas, pero no pagar a los trabajadores, por lo cual éstos empezarán a trabajar en cuanto les aceche el hambre, hayan conseguido lo que piden o no. El empresario sabe muy bien que basta esperar con paciencia.

Tampoco se llama terrorismo al paro, al despido libre, a la regulación de empleo. Los casi dos millones de parados, sólo son números, no son personas, familias, niños con hambre. El trabajo no es un derecho humano, es un privilegio en este país y siempre amenazado.

Estos días, con motivo de la marcha sobre Madrid de los mineros de Crimidesa, se han desatado las iras contra CC OO, contra UGT y sobre todo contra el Ayuntamiento. Los alcaldes de los pueblos, incluidos algunos de UCD, por donde pasaron los mineros los recibieron. Pero que Tamames y Alonso, Puerta reciban a los trabajadores sudorosos, sucios, cansados, ¡eso es demasiado! Los mineros no son embajadores, ministros o escritores para que salgan los representantes del pueblo de Madrid a recibirles. ¡Todavía hay clases! ¡Dónde vamos a llegar! /

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